Fundación Amén Comunicaciones2024-12-182024-12-182024-12-22http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/785https://drive.google.com/file/d/1oqtY_z1D0iWt1B_VjZT69RphN7ggvTAi/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Los evangelios de estos últimos días del Adviento, justo antes de la Navidad, tienen un profundo acento mariano. Es que no podemos entender la Navidad del Niño, del Hijo, sin la maternidad de la Madre, de María. Claramente la carta a los hebreos en el capítulo 10, hoy nos habla de la obediencia irrestricta de Jesús a la voluntad del Padre, obediencia que también reproduce María a la voluntad del Padre Dios. Los hebreos nos dirán: “Primero Tú dices que no quieres sacrificios, ni ofrendas, ni holocaustos”. Después añades: “He aquí que vengo para hacer tu voluntad” (niega lo primero, los sacrificios, los holocaustos, las víctimas expiatorias para afirmar lo segundo). Nos quiere mostrar que para Dios lo más importante no es la ritualidad religiosa, sino que la mayor ofrenda espiritual y de nuestra vida que podemos hacer a Dios, es el consentimiento a su proyecto, la obediencia de nuestra voluntad. Cuántas veces sentimos que la voluntad de Dios va en contravía de nuestros criterios humanos, que nos cuesta, que nos parece contradictoria, sin embargo, estamos llamados a asumir esa voluntad como la más grande ofrenda espiritual que podemos realizar en nuestra vida. No fue otra la actitud de la Virgen Santísima, según nos relata el evangelista Lucas, cuando María, después de ser anunciada como la Madre del Señor, como la llena del Espíritu Santo nos dice Lucas: “Se levanta en una actitud de estar en plena disposición, se pone en camino, (lo propio de cualquier discípulo) lo hace a prisa, esto es, con toda la fuerza de su corazón, y se encaminan a las montañas de Ein Karem, donde Zacarías e Isabel”. Allí en el encuentro de dos madres, unas maternidades imposibles, María una Madre virgen e Isabel una madre estéril, allí se encuentran, y nos dice el evangelista: “Que la criatura saltó de gozo en el vientre de Isabel y que ella, junto con su niño, con su bebé por nacer, se llenaron del Espíritu Santo”. Nace precisamente de esta llenura del Espíritu de Dios en Isabel, la expresión que dirige a María: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” !, (hablando de Jesús). Y ella reconoce la altísima misión que tiene la Santísima Virgen María al afirmar, ¿quién soy yo?, “una pobre, una vieja, una mujer sencilla” ¿para qué me visite la Madre de mi Señor y de mi Dios? Isabel, llena del Espíritu, reconoce la verdad de la misión altísima que ha recibido María. Y María, aunque en principio tuvo temor y preguntó ¿cómo será esto de la maternidad?, luego nos dice: “Que se levanta, se pone en camino y de prisa realiza su tarea de servir a su parienta Isabel en el tránsito final del embarazo y del próximo parto”. Hoy reconozcamos que María es modelo de respuesta en el llamado, en la misión que Dios nos encomienda a cada uno de nosotros y que nos invita, uno, a levantarnos como lo hizo María, a dejar nuestra realidad de meros espectadores de la vida, para volvernos protagonistas de la misma, a ponernos en camino como es la actitud de todo discípulo, caminar tras los pasos del Señor y hacerlo a prisa, sin pereza, sin temor, sin incertidumbres, porque sabemos que los trabajos por el Reino de Dios exigen toda nuestra energía, exigen toda nuestra disposición. Finalmente, la Virgen es reconocida como la Bienaventurada por parte de Isabel, porque ha creído en las palabras y promesas que Dios ha hecho para su vida. Hoy te pregunto ¿crees tú la promesa de bendición que Dios tiene para ti?, ¿sabes sobreponerte más allá de la tormenta que estés viviendo en tu vida?, ¿sabes reconocer la acción de Dios y la misión que te pone en tu familia, en tu trabajo, con tus cercanos, con tus amigos? Aprendamos a decir como María: “Que se haga en mí, según tu palabra”. Que el buen Dios te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 1, 39-45 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Miq 5, 1-4a Esto dice el Señor: “De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados, a los días más antiguos. Por eso, el Señor abandonará a Israel, mientras no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos se unirá a los hijos de Israel. Él se levantará para pastorear a su pueblo con la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz’’. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo de hoy: Salmo 80/79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. Segunda Lectura: Hb 10, 5-10 Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad”. Comienza por decir: “No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –siendo así que eso es lo que pedía la ley–; y luego añade: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad”. Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1, 39-45 En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.DisposiciónEnseñanzas de MaríaEscuchar el llamado del SeñorHacer la voluntad del SeñorIncertidumbreMaríaMujer de feMisiónPerezaSan LucasSeguir al SeñorTemorBibliaEvangelio¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!Fe