Fundación Amén Comunicaciones2024-04-032024-04-032023-04-16http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/344https://drive.google.com/file/d/1TP8LNcMeS0Ysuz-AhZ1yCA2CIXzL5ykw/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES En este segundo domingo de Pascua o llamado domingo de la Misericordia, celebramos de manera privilegiada el amor inmenso, inquebrantable, incondicional de Dios por el ser humano, misterio de compasión divina, que nace justamente del costado abierto de Jesús en viernes Santo. Celebramos este gran domingo, donde con inmensa confianza nos ponemos en manos de Dios. Pero hoy, podríamos decir tres ideas centrales a propósito de la gran fiesta que celebramos. La primera, la historia del mundo, es la historia de la fidelidad eterna de Dios, que por amor nos crea, por amor libera al pueblo de Israel de Egipto y por amor redime a la humanidad, por la entrega de Jesús en la cruz. Es la historia del mundo y la historia de la fidelidad eterna de Dios, en contraposición con la fragilidad del hombre expuesto a la realidad del pecado, expuesto a la realidad del mal en el mundo, expuesto a la realidad del sufrimiento, y expuesto a la realidad de la muerte. Estas cuatro características nos ponen a nosotros a pensar, qué frágil es el ser humano, todos somos pecadores, todos hemos estado expuestos a la violencia, a la maldad, a las injusticias de otros, todos hemos vivido la realidad del sufrimiento con ocasión de la enfermedad, por ejemplo, o de la soledad; y todos conocemos la muerte de seres entrañablemente queridos. Frente a tanta fragilidad del hombre, solo hay una respuesta de Dios, ¡su infinita Misericordia, no se cansa de amarnos, no se cansa de acompañarnos, no se cansa de estar con nosotros! Pero hay una segunda enseñanza a partir del evangelio de hoy, y es que la misericordia tiene rostros concretos, presentamos una seguidilla de verbos donde descubres como Dios es misericordioso contigo a partir estas acciones concretas y como tú puedes ser misericordioso con los demás. El primer verbo de la misericordia es perdonar, Jesús muere en la cruz perdonando a quienes gritaban crucifixión, Jesús nos enseña en el Padre nuestro a perdonar las ofensas, Jesús nos pide perdonar 70 veces 7. En un segundo momento encontramos que otro gran verbo de la misericordia es consolar. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén camino al Calvario, Jesús consuela a la viuda de Naín cuando muere su hijo, o a Marta de Betania ante el dolor por la pérdida de su hermano Lázaro. Es un hermoso servicio consolar al triste, y un verdadero ejercicio de misericordia. Un tercer verbo de la misericordia es sanar, la presencia sanadora de Jesús, de las enfermedades físicas y las heridas del alma, nos muestra cómo vivió la misericordia con los contemporáneos de su tiempo, la vivió en obras concretas. Un cuarto verbo de la misericordia es escuchar, una gran sabiduría en la vida, es estar prontos para escuchar y tardos para hablar; descubrimos que solo habla sabiamente quien primero sabe escuchar. Hoy nuestro mundo cuánto necesita escuchar el hombre al hombre; Jesús como nadie escuchó el dolor de los sufrientes, pensamos en el leproso que gritaba: “Jesús ten compasión de mí”. Que hoy sepamos escuchar los sufrimientos de los más cercanos a nosotros. En un quinto verbo descubrimos como rostro de la misericordia, corregir; Jesús corrige a Pedro: “Apártate de Mi satanás, que piensas como los hombres no como Dios”, Jesús corrige a la mujer adúltera y le dice: “En adelante no peques más”. La corrección de Jesús es con amor, sin rabia, con paciencia, con oportunidad en el tiempo adecuado y con sabiduría. Un sexto verbo de la misericordia es alimentar, Jesús siente compasión de la multitud hambrienta y le da pan y pescado, Jesús calma la sed de la mujer samaritana en el pozo de Jacob; Jesús da pesca abundante 153 peces, al grupo de discípulos que confiando en Él “vuelvan a echar las redes”. Jesús alimenta al mundo, porque Él es el Pan de la Vida. Finalmente, en un séptimo y último verbo de la misericordia, hablamos de orar. Jesús ora al Padre pidiendo por la ciudad Santa de Jerusalén y sus habitantes Jesús ora a Dios pidiendo por sus discípulos que estando en el mundo, los cuide del mundo, Jesús ora por los enfermos justo antes de sanarlos. Que hermoso ejercicio de misericordia es este de orar unos por otros. Concluyamos diciendo, que solo somos creíbles en nuestra fe y ante el mundo, si tenemos misericordia, si tenemos misericordia en nuestro corazón. Concluyamos también diciendo, que la misericordia es puente de comunión en las relaciones rotas y conflictivas y es bálsamo sanador para los sufrimientos de la vida y las heridas del corazón. Y digamos finalmente, la misericordia es camino de cielo: “bienaventurados los misericordiosos porque solo ellos alcanzarán misericordia de Dios”. Que el Señor te bendiga en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 20, 19-31 Primera lectura del día de hoy Libro de los hechos de los Apóstoles 2,42-47: Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los após­toles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían to­dos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando. Salmo del día de hoy Salmo 118/ 117 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Segunda lectura del día de hoy De la primera carta de Pedro 1,3-9: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una he­rencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más pre­cio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llega­rá a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación. Evangelio del día de hoy Del evangelio según san Juan 20,19-31: Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: -Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: -Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: -Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: -Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: -¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: -¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.AlimentaBienaventurados los misericordiososCamino al cieloCorrigeConsuelaDía de la misericordiaEscuchaFidelidad eterna de DiosMisericordia de DiosOraPerdonaRostros concretosSanaBibliaEvangelio¡Domingo de la Divina Misericordia!Misericordia