Fundación Amén Comunicaciones2024-03-132024-03-132024-03-13http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/308https://drive.google.com/file/d/12_22AQo3ERHmOHKbxp_8eSzUX43lHqNR/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Puede habernos acontecido que en la vida, sintamos en algunas circunstancias adversas, que Dios no está con nosotros, que no nos escucha, que nos ha abandonado. Viene entonces el desconcierto, el desánimo, la desesperanza en la vida del creyente; pero cuando leemos este texto de la primera lectura de Isaías, el profeta en el capítulo 49, nos tenemos que llenar de consuelo, cuando el profeta anuncia a propósito de la ciudad de Sion en situaciones adversas, Sion decía: “Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado”, y enseguida se responde: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta?, ¿no tener compasión del hijo de sus entrañas?”. Y se da una respuesta que para todos nosotros es profundamente consoladora: “Pues, aunque una madre se olvidara de su hijo, el hijo de sus entrañas, yo a ti”, hablándole Dios al hombre, “no te olvidaré”. Por eso el salmo responsorial que se nos propone en la liturgia de este día, nos invita a clamar llenos de júbilo y de confianza: “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas; Él es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan”. Si es la situación que hoy vives en tu vida, medita en espíritu orante esa promesa de Dios, Él siempre es clemente, Él siempre es bondadoso, su fidelidad y su misericordia nunca se desdice, nunca nos faltan, siempre nos acompañan. Esto nos permitirá entender mejor el evangelio de hoy, donde encontramos la profunda relación de Jesús con el Padre Dios, cuando dice al pueblo judío: “Mi Padre sigue actuando y yo también actúo a través de las obras que mi Padre hace en Mí”. Y lanza tres afirmaciones a manera de juramento, de aquellas verdades perennes en el tiempo cuando dice: “En verdad, en verdad les digo”, tres veces se repite la misma expresión: “En verdad, en verdad les digo”, y nos muestra tres actitudes de Jesús que son como su secreto profundo, en la relación de intimidad y cercanía de amor con el Padre Dios. La primera gran verdad, es la de Jesús humilde que estamos llamados a imitar, cuando Él, en efecto, afirmará: “En verdad, en verdad les digo, que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer a su Padre Dios; el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da vida a los que Él quiere”. Jesús con humildad, no se apropia ningún poder o autoridad en sí mismo, sino que todo poder y autoridad, para sanar, para curar, para dar vida nueva, resucitar, le viene del Padre Dios. Créeme que esta es una verdad profunda, que está en el eje mismo, en el corazón mismo del evangelio; Dios no habita sino en corazones humildes, vaciados de sí mismos, y que por tanto son capaces de dejarse llenar de Dios. Aconteció en Jesús, ocurrió en María Santísima, en San José y en todos los grandes santos, en la historia del antiguo testamento, del nuevo testamento y en los santos de los tiempos de la Iglesia. Pero hay una segunda verdad o secreto de Jesús, y es su fe absoluta en el Señor, es el Jesús creyente cuando nos invita a escuchar la Palabra del Padre Dios y a creer en el Padre que lo ha enviado y sólo así, por el camino de la fe se posee la vida eterna y se pasa de la muerte a la vida. La carta a los Hebreos en el capítulo 11 nos dirá: “Que solo por la fe somos agradables a Dios”, y Génesis capítulo 22 en el sacrificio de Abraham por su hijo o de su hijo Isaac, muestra que por la fe agradó a Dios hasta el punto que fue llamado el padre de la fe, una vez superada la prueba suprema, de sacrificar lo que él más amaba, el hijo imposible de su vejez, Isaac, y hacerlo porque se confiaba totalmente en Dios. Es el Jesús creyente que nos vivifica y nos invita a levantarnos de la muerte por la fe, creer en su palabra con autoridad, creer en su persona divina, porque Jesús está lleno del Padre Dios, como lo expresa: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”, o como dirá en otro pasaje evangélico: “Mi Padre y yo somos uno, una unidad de ser, una unidad existencial, una unidad divina. Toda la fuerza de Jesús como salvador, le viene del Padre de los cielos”. Pero además de Jesús humilde, vaciado de sí mismo para llenarse de Dios, uno, además del Jesús creyente que da vida eterna, dos, y que nos lleva a pasar de la muerte a la vida, tres, el Jesús oyente, que nos invita a escuchar y nos dirá: “En verdad, en verdad les digo, llega la hora, es más, ya está aquí, que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído, entiéndase los que hayan obedecido, vivirán”. Es que en la Biblia escuchar a Dios, significa obedecer a Dios; (obedecer del latín “obedire” significa atender lo escuchado, obedecer: “obedire” atender lo escuchado). Hoy, cuando hay tantos mensajes que nos llegan en redes, algunos estudiosos afirman que tocamos la pantalla de nuestro teléfono móvil o celular, hasta 2500 veces en un solo día, nos habla de una existencia y de una vida de exterioridad, de estar sobre estimulados por imágenes, mensajes publicitarios, sonidos que a través de Tik tok, de Instagram, de Facebook, de WhatsApp, de las redes sociales, nos atacan y nos invaden todo el tiempo. Nos toca ser más críticos, más reflexivos con lo que recibimos y aprender a escucharnos, aprender a escuchar a los demás, pero sobre todo, aprender a escuchar a Dios, que a veces la vida se nos volvió correr, correr y correr y por eso se nos olvidó vivir, vivir y vivir. No todo es trabajo, no todo son correos electrónicos por responder, no todos son mensajes y llamadas telefónicas por atender, no todo es ponerte al día en tu WhatsApp, no todo es vivir esclavos de una tecnología que supuestamente debería de servir al hombre, pero que hoy, lejos de servirnos, nos roba el tiempo, esclaviza nuestro pensamiento, nuestras emociones, nuestra vida y nos roba la paz, tornándonos personas ansiosas, llenas de aprensiones y de miedos frente al futuro y frente al sentido último de la vida. Jesús humilde, Jesús creyente, Jesús oyente, que tu modelo de vida, que tu vida como modelo, nos inspire a todos a llevar una vida con más espiritualidad, con más sentido, con más capacidad de escuchar lo que es esencial e importante. Que el buen Dios te bendiga en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 5, 17-30 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: «En verdad, en verdad les digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para su asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad les digo: quien escucha mi palabra y crea al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. En verdad, en verdad les digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No los sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió». Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.AcompañarDesdecirDios es clementeDios es bondadDios es misericordiaFaltarFidelidadBibliaEvangelio¡El gran secreto de Jesús!Caracterisiticas de Jesús