Fundación Amén Comunicaciones2024-11-212024-11-212024-11-20http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/751https://drive.google.com/file/d/1eK9QRuZR-Sa1ydz05dzgb3i4_5wV0sb3/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Continuamos con la lectura del libro del Apocalipsis y encontramos la visión que tiene el evangelista, apóstol y místico, Juan, el único de los cercanos a Jesús que no murió mártir y el único que estuvo fiel al pie de la cruz en el momento en que Jesús moría junto a la Madre de Jesús y a María Magdalena. Continuando con esta visión del libro del Apocalipsis, encontramos que Juan, que fue arrebatado en espíritu, ve un trono puesto en el cielo, y sobre el trono a uno que está sentado. Dirá: “Que el que está sentado tiene el aspecto semejante a una piedra de diamante y cornalina, y había un arco iris alrededor del trono”. Pero nos habla: “De los adyacentes, los que están alrededor del trono; había otros 24 tronos, y sobre ellos 24 ancianos sentados vestidos con vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas”. Luego también nos hablará: “Que en medio del trono y a su alrededor había cuatro vivientes. El primer viviente era semejante a un león que nos recuerda a Marcos evangelista, precisamente que es el protoevangelio, (el primer evangelio como el león es el primero entre los animales de la selva). El segundo era un toro y nos recuerda a Lucas, (así se le significa en la Biblia, porque es aquel evangelista que habla de las imágenes de la infancia de Jesús, de la vida del pesebre, de la vida simple). Luego el tercero tenía cara como de hombre, nos habla de Mateo, (en el sentido de que es el evangelista más antropológico, más cercano a la experiencia humana que encontramos entre los cuatro). Y finalmente el cuarto viviente era semejante a un águila en vuelo, (que nos recuerda la imagen de san Juan, porque fue el evangelista teólogo, que como las águilas voló más alto en la experiencia del amor de Dios)”. Nos dirá el libro del Apocalipsis cargado de simbolismos que todos cantaban sin pausa: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir! Nos habla de la triple santidad de Dios, de su total santidad, de que es Todopoderoso por encima del tiempo conjugado el verbo ser en pasado, presente y futuro. Y luego dirá: “Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo, porque por tu voluntad y tu palabra lo que no existía, fue creado”. Reconocemos entonces que no hay otro Dios, otro Señor a quien rendir homenaje de gloria, alabanza, adoración y reconocimiento a su poder, que el Dios que nos presenta precisamente Juan en esa visión mística que tiene en el último libro de la Sagrada Escritura, el Apocalipsis. En esta misma línea encontramos el salmo responsorial, el último, el 150, cuando se nos invita: “A la alabanza a Dios y a reconocerlo Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso”. Pero avancemos en nuestra reflexión y miremos la parábola que Jesús nos presenta cuando ya estaba cerca de Jerusalén y muchos pensaban que el Reino de Dios iba a llegar de un momento a otro. Nos presenta la parábola de un hombre que se marcha a un país lejano para conseguirse el título de rey, que es la imagen de Jesús mismo y que llama a algunos siervos y les da talentos, minas, capital, dinero para que trabajen con ellos. A uno le da diez minas de oro, a otro cinco, a otro una mina de oro. El que recibe diez, negocia y duplica las ganancias, el que recibe cinco también las duplica, pero el que recibe una sola mina de oro siente temor, la guarda pensando en que su Señor le va a exigir y no tiene cómo ponerla a producir. La parábola es clara en afirmar: “Que aquellos que han recibido talentos, dones, carismas, cualidades en la vida y las han puesto al servicio de los demás para dar frutos de amor, para dar frutos de justicia, para dar frutos de bondad y de bien, de verdad y de luz en la vida de los demás, se les retornará multiplicado. Por el contrario, el hombre o la mujer que ha recibido tal vez un poco menos de cualidades, carismas o talentos, y quizás con espíritu facilista, con un alma mediocre y conformista, no ha generado en su vida ni en la de los demás ningún bien, ninguna obra de luz y de justicia para mostrar que ha pasado por el mundo sin dejar huella de una mejor sociedad, ha pasado por esta tierra sin pena, ni gloria, ese será castigado”. Llama la atención el regaño del Señor a su siervo, que es la exhortación que hoy nos dirigiría a cualquiera de nosotros si en la vida no hemos dado frutos a partir de los carismas y talentos que hemos recibido. Dirá el Señor: “Por tu boca te juzgo siervo malvado, con que sabías que soy exigente, que retiro de un banco lo que no he depositado y que cosecho lo que no he sembrado”, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? “por lo menos al regresar lo había cobrado con intereses”, y afirmará el castigo que es para los hombres y mujeres de todos los tiempos cuándo dirá: “Quítenle a este hombre el oro que tiene y dénselo al que tiene más oro”. Algunos hombres dirán: “Señor, pero ya tiene mucho oro”, y les dirá Jesús: “Al que tiene y lo ha puesto al servicio de los demás, se le dará todavía mucho más, pero al que no tiene porque lo guardó para sí y no generó frutos de vida, de justicia y de amor, se le quitará hasta lo que tiene” y dice: “Degüéllenlos y llévenlos al lugar del castigo”. Hoy te pregunto si el Señor, como hemos dicho en días anteriores, te pide la vida, ¿puedes decir que te presentas ante Dios con las manos llenas porque has luchado por tu vida, por tu familia, por unos empleados en una empresa, porque has construido un mundo mejor, porque has sido una persona fraterna, justa, caritativa, sin egoísmos, sin envidias, sin resentimientos?, o ¿cómo te presentarías ante Dios, tal vez como un ser humano ególatra, escalador, codicioso, que solo has buscado tu conveniencia, tu bienestar y tu interés?, Dios, a ti y a mí nos pedirá cuentas de lo que hagamos. Yo, en lo personal le pido a Dios que mientras tenga vida y salud pueda seguir pastoreando almas y con el don de la palabra que siento haber recibido, pueda ayudar en el camino y en la guía de muchas otras personas. Tú, con los dones y talentos particulares que has recibido, ¿qué estás haciendo? Que el Señor te bendiga y te ilumine en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espirito Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 19, 11-28 Lecturas del día de hoy: Primera Lectura: Ap 4,1-11: Santo es el Señor, soberano de todo; el que era y es y viene. Yo, Juan, en la visión vi en el cielo una puerta abierta; la voz con timbre de trompeta que oí al principio me estaba diciendo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después.» Al momento caí en éxtasis. En el cielo había un trono y uno sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del trono había un halo que brillaba como una esmeralda. En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos y retumbar de truenos; ante el trono ardían siete lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar transparente, parecido al cristal. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás: El primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo: el que era y es y viene.» Y cada vez que los cuatro seres vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono, diciendo: «Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.» Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo del día de hoy: Salmo 150, 1-2.3-4.5-6: Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo. Evangelio del día de hoy: Del Santo Evangelio según San Lucas 19, 11-28: En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro: Dijo, pues: -Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: -Negociad mientras vuelvo. Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey». Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: -Señor, tu onza ha producido diez. Él le contestó: -Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades. El segundo llegó y dijo: -Tu onza, señor, ha producido cinco. A ése le dijo también: -Pues toma tú el mando de cinco ciudades. El otro llegó y dijo: -Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras. El le contestó: -Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses. Entonces dijo a los presentes: -Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez. Le replicaron: -Señor, si ya tiene diez onzas. -Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia. Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.AmorBondadCarismasDejar huellaFrutosJusticiaLuzPazSan LucasTalentosVerdadBibliaEvangelio¿Qué has hecho con tu vida?Dar fruto con los talento