Fundación Amén Cominicaciones2023-12-142023-12-142023-12-08http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/206https://drive.google.com/file/d/1LQrA4os25BpUJ2oXGGbPG8g37t5Y9ZIr/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Con inmensa alegría, el mundo cristiano católico, celebra con el carácter de solemnidad litúrgica, ¡la Inmaculada Concepción de la Virgen María!. En efecto, en la Bula ¡Innefabilis Deus! del Papa Pío Nono, el 8 de diciembre de 1854, se proclamó de manera solemne ante el mundo, el dogma de fe que nos revela, que por la gracia de Dios, la Santísima Virgen María, fue preservada de todo pecado desde el momento de su concepción, esto es, el pecado de origen, es decir, desde el momento mismo en que María comenzó la vida humana. Por eso las lectura de hoy son propias y nos tratan de llevar a la intelección, (la inteligencia) de un mensaje central. En efecto, la primera lectura de Génesis, capítulo 3, nos muestra el pecado de origen como lo llamará san Agustín, pecado original, que es un pecado más allá de desobediencia, es el pecado de la soberbia humana, que come del fruto prohibido, del árbol que está en la mitad del paraíso terrenal, bajo la promesa que hace astutamente la serpiente: “Si comes de este fruto, serás como Dios”. Ha sido la tentación de todos los tiempos, de todos los siglos, el ser humano queriendo desconocer su realidad de criatura y por eso desconociendo su Creador Dios, pretende constituirse, erigirse como Dios de sí mismo, en un auto endiosamiento y falso endiosamiento, por el poder que se tenga, por los placeres que se disfruten, por el tener de bienes que se posean, por el conocimiento que se adquiera, por la apariencia y la imagen que manejemos ante los demás, todas grandes idolatrías del mundo moderno y de todas las épocas, creemos no necesitar de Dios. Pero avanza esta lectura de Génesis, donde se descubre, que el ser humano es reacio, rebelde a reconocer su pecado, porque en su propia autosuficiencia de la vida, en su orgullo personal, no reconoce que haya equivocaciones en su propia historia. De hecho, cuando Dios reclama a Adán por haber desobedecido sus leyes sabias, él le echa la culpa a Eva, no la reconoce en sí mismo, y luego cuando reclama a Eva o la interroga, ella tampoco reconoce el pecado, la culpa, la responsabilidad en sí misma, sino que dice que fue la serpiente la que la hizo caer en tentación y en desobediencia. Eso lo hacemos los seres humanos y decimos, yo no tengo pecado, yo no voy a confesarme con otro hombre pecador como yo, pero en el fondo es nuestra soberbia, nuestro orgullo personal, que nos impide reconocer que somos seres necesitados de Dios, porque somos seres imperfectos, limitados, equivocados. Al final de esta primera lectura, Dios colocará una enemistad eterna entre la serpiente y la mujer, prefiguración o imagen anticipada de la Santísima Virgen María, y afirmará el libro del Génesis que esta enemistad se dará entre la descendencia de la serpiente, el mal y la descendencia de la mujer, la Virgen. Todos aquellos hombres y mujeres que con fe y devoción, nos confiamos a la maternal protección de la Santísima Virgen María, y Dios dará un juicio de victoria de María sobre satanás cuando afirmará: “La descendencia de la mujer, los creyentes en María, herirán la cabeza de la serpiente, cuando apenas el mal alcance a herir, el talón de los descendientes de la mujer”. Pero avancemos en nuestra reflexión y miremos el precioso y conocido texto de san Lucas en el capítulo 1, de la Anunciación del arcángel san Gabriel a la Santísima Virgen María, donde descubrimos, actitudes centrales en la vida de María, que debemos de tener nosotros como hijos espirituales de María. La primera, alegría porque Dios llega a nuestra vida. En efecto, el ángel le dice a María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”; y si somos verdaderos seguidores de Jesús y obedecemos a María como Ella decía en las bodas de Caná: “Hagan lo que Él les diga”, habrá alegría abundante en nuestras almas, porque la gracia de Dios también nos llenará a nosotros. Pero en un segundo momento se nos invita a superar los miedos, como el ángel le dice a María: “No temas, que Dios ha tenido predilección por ti, mira, vas a concebir y dar a luz un hijo varón, y le pondrás por nombre Jesús”. Y siente que el temor no hace parte del proyecto de Dios sobre tu vida, y por el contrario, Dios nos ha dado un espíritu de valentía, de coraje, de luz y de buen juicio, para optar siempre por la verdad de Jesús, y a ejemplo de María, concebir a Jesús espiritualmente en nuestro corazón, dejarlo nacer en nuestra vida y poder decir algún día como dirá san Pablo: “Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”. En un tercer momento descubrimos la misión que le dará el arcángel Gabriel a María: “Ella será la madre de Jesús, Él será el Hijo del Altísimo, Él tendrá el trono de su Padre David, reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre”, y le hace una promesa: “Su reino no tendrá fin”. Tú y yo, y todos los creyentes del mundo entero, estamos llamados desde nuestras posibilidades personales aunque limitadas, a cumplir esa realidad, de que el Reino de los Cielos, el reino de la paz, el reino de la justicia, el reino de la compasión y la misericordia, siga brillando, siga adelante, siga creciendo en un mundo de egoísmos, de ambiciones ocultas, de envidias y de explotación del hombre por el hombre. Tú y yo somos esos instrumentos para que se cumpla esa promesa de Jesús, (de nosotros ser en el siglo XXI, cristos para esta sociedad), que podamos extender, su reino de gracia y de amor, su reino de justicia, de verdad y de paz. María, en otro momento pide aclaración al arcángel, “¿Cómo será que voy a ser Madre, pues no conozco varón alguno?”, y el ángel le responde a su duda o a su petición de aclaración: “Que la obra es del Espíritu Santo, que la obra es de Dios en su vida”. Cuando tú también y yo, pongamos objeciones a la acción de Dios en nuestra vida y digamos: es que tengo mala salud, es que estoy viejo, es que la gente hoy ya no quiere oír hablar de Dios, es que no me siento una persona preparada, es que soy un pecador muy limitado, es que no tengo la capacidad y la elocuencia para hablar a los demás; cuando pongas esas objeciones para cumplir la misión de Dios sobre tu vida, recuerda las palabras del arcángel a María: “La acción es del Espíritu Santo que vendrá sobre nosotros y el poder del Altísimo nos dará la fuerza, para realizar sobreabundantemente el cumplimiento, de la misión encomendada por Dios”. Recuerda cuando Jesús le hablaba a Pablo, que se quejaba por el aguijón de la carne, que no le soltaba, le picaba, le aguijoneaba en su interior, y Jesús le contesta: “Aunque me pidas que te suprima el aguijón de tu carne, no lo haré, te basta mi gracia, la vida nueva que yo te doy y vencerás, saldrás victorioso adelante”. Terminará el texto de una manera preciosa, dándonos el arcángel a María y en María a toda la humanidad una certeza: “La obra de la misión del Reino, no depende de nuestro esfuerzo, talento humano, no depende de nuestras débiles fuerzas como hombres, como mujeres, sino que la obra es de Dios”. Y presentando el ejemplo de Isabel, familiar de María, mujer estéril y entrada en años, el ángel le dice, que: “Lo que para el hombre es imposible, para Dios es posible”. Hoy siente cuando tú digas es que no soy capaz, es que el mundo ya no quiere oír de Dios, es que la sociedad se ha secularizado, créeme, que Dios dispondrá de la manera sabia que Él lo tenga, lo maneje, Él dispondrá a los corazones para que pueda el pueblo de Dios escuchar tu palabra, tu mensaje, pueda ver tu testimonio de vida. No es la obra tuya, es la obra de Dios, en lo humano nos parece imposible, pero en Dios todo es posible. Termina el evangelio diciendo, con las palabras de María: “Soy la esclava, la sierva del Señor, que se cumpla en mí tus palabras”. Y que nosotros, fieles devotos, fieles hijos espirituales de María nuestra Madre en el orden de la gracia, podamos aprender de Ella a decirle a Dios como Ella lo hizo: “Soy el siervo del Señor, que se cumpla en mi vida, las palabras, las promesas, la misión que Dios a ti y a mí nos ha encomendado”. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 1, 26-38 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura del libro del Génesis 3, 9-15.20 Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: – «¿Dónde estás?» Él contestó: – «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.» El Señor le replicó: – «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?» Adán respondió: – «La mujer que me disté como compañera me ofreció del fruto, y comí.» El Señor dijo a la mujer: – «¿Qué es lo que has hecho?» Ella respondió: – «La serpiente me engañó, y comí.» El Señor Dios dijo a la serpiente: – «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.» El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de hoy: Salmo (98) Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Segunda lectura del día de hoy: De la carta del apóstol san Pablo a los efesios 1, 3-6.11-12 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear al mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Evangelio del día de hoy: Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38 En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: – «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: – «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: – «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: – «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.Alegría abundanteAmor por MaríaCompasiónCorazónJusticiaPazReino de los cielosSí sin medidasVencer el miedoBibliaEvangelioSan Lucas¡Inmaculada Concepción de María!Actitudes de María