Fundación Amén Comunicaciones2024-12-052024-12-052024-12-02http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/765https://drive.google.com/file/d/1Qt_NG50Wrf2TS9RnUXF47S05rGTmKx98/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES La primera lectura tomada del profeta poeta Isaías, que por estos días vamos a estar leyendo justo en este tiempo precioso del Adviento preparatorio a la Navidad, el nacimiento de Jesús por la fe en nuestro corazón, el profeta Isaías nos habla de la colina de Sión que domina la ciudad de Jerusalén, y ella, precisamente la ciudad santa, al final de los tiempos, según la profecía, será el centro de la tierra, el centro del mundo, el lugar donde se darán cita todos los pueblos de la tierra y desde la ciudad santa, desde Jerusalén, se difundirá, según la profecía de Isaías, la Palabra de Dios que ilumina a los hombres desde Jerusalén, se abrirá un camino de salvación para todos. Es que esta intervención de Dios inaugura una época de perfecta paz, donde los llamados instrumentos de guerra, otrora (en otro tiempo), ahora serán instrumentos y utensilios para el progreso, para las cosechas, para la paz, y ya aquello con lo que nos agredíamos los seres humanos, ahora será para sacar el fruto y el alimento de la tierra. Pero pasemos al evangelio de san Mateo, donde reconocemos que la fe de los creyentes se fortalece con la curación del criado del centurión romano, y llama poderosamente la atención en la línea con la salvación universal que ofrece Isaías a todas las naciones, especialmente gentiles, esto es, más allá del judaísmo, llama la atención que el centurión es un hombre gentil de la gentilidad, esto es, del mundo no judío. Pero él en su fe es confiado, es humilde de corazón, cree claramente en el poder de Jesús y en su autoridad, como el mismo tiene una autoridad humana manejando cien soldados o cien tropas (de ahí el nombre centurión, centuria, por el número de soldados o de tropas que maneja). Él sabe por encima de tantos en Israel, especialmente las autoridades judías, que Jesús tiene el poder para sanar a su criado a quien tanto apreciaba y se distingue, se diferencia, se distancia el centurión romano de la poca fe de las autoridades de Israel que tienen una falsa seguridad, pensando que simplemente por ser descendientes de Abrahán tienen la salvación garantizada, tienen la bendición de Dios; pero sus obras no coinciden con la exigencia del evangelio, de la rectitud, la limpieza interior y el amor, la justicia y el servicio como valores supremos de una fe revolucionaria que inaugurará Jesús tomando distancia del judaísmo en el cual había nacido, inaugurando un nuevo camino que luego se llamará el cristianismo. Hoy reconozcamos esta verdad, como la fe inmensa del centurión, lleva a la admiración total de Jesús, hasta el punto de afirmar: “En verdad, en verdad les digo, que en todo el pueblo de Israel no he encontrado a nadie con tanta fe como este hombre”. Y lanza Jesús una advertencia que es para tomarla en serio: “No será su pueblo amado (el pueblo judío), sino muchos pueblos de oriente y occidente, pueblos gentiles, pueblos lejanos, pueblos distintos al de Israel, los que se sentarán en el Reino con Abrahán, Isaac y Jacob, (hablando del Dios de sus ancestros, de sus antepasados), se sentarán con ellos al compartir el Reino de los cielos”. Esto es motivo de una grande alegría, por eso decimos en el salmo que hoy litúrgicamente nos propone las lecturas de la Iglesia: “Vamos alegres a la casa del Señor”. Y dirá la estrofa: ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusalén! “Deseen la paz a Jerusalén, vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios”. Es en el fondo una invitación a la verdadera alegría tan propia del Adviento, porque Dios en un recién nacido viene al mundo, viene a nuestras familias, viene a nuestros corazones y es alegría, es sobre todo un don del Espíritu Santo, como lo dirá el capítulo 5 de la carta de Pablo a los gálatas, pero también es una conquista personal de cada uno de nosotros. Señor, gracias por estas promesas de la futura venida de Jesús, gracias por el testimonio de fe de un pagano, de un no creyente, de un gentil, el centurión romano, fortalece nuestra fe para que recibamos con alegría al Salvador de los hombres y que más allá del bullicio, de la algarabía, del ruido, de las prisas tan propias de este tiempo del Adviento que coincide con el mes de diciembre, que nosotros por la oración de cada día, por la meditación de tu palabra, por la limosna al necesitado y por una fe profunda, tengamos la experiencia única de que Navidad no sea una fiesta social y cultural de algarabía, excesos de comida, licor y desbordamiento de juerga y de fiesta; sino que Navidad sea el encuentro personal, profundo, transformante con el Dios de la vida, presente en un recién nacido que quiere precisamente eso, nacer en nuestro corazón para vivir y renovar nuestras vidas. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 8, 5-11 Lecturas del día de hoy: Primera Lectura: del libro de Isaías 2, 1-5 Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia Él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor. Palabra de Dios, te alabamos Señor Salmo del día de hoy: Salmo (122) Vamos alegres a la casa del Señor. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Vamos alegres a la casa del Señor. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Vamos alegres a la casa del Señor. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Vamos alegres a la casa del Señor. Vamos alegres a la casa del Señor. Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Vamos alegres a la casa del Señor. Evangelio del día de hoy Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11 En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, un centurión se le acercó rogándole: – «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.» Jesús le contestó: – «Voy yo a curarlo.» Pero el centurión le replicó: – «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: – «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.» Palabra del Señor, Gloria a ti Señor JesúsApertura de corazónBelénCorazonesDios hecho hombreFamiliasMundoNiño JesúsRecién nacidoSan MateoVivir el nacimiento de JesúsBibliaEvangelio¡La fe profunda, sana!Sanación del criado del Centurión