Fundación Amén Comunicaciones2025-01-172025-01-172025-01-03http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/800https://drive.google.com/file/d/1JLbrYdiPZ3R5mtrQcF7unuV6MtQeIMrH/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES La primera lectura tomada de la carta de Juan nos presenta tres bellas enseñanzas: “Si Jesús es el justo por excelencia, todo el que obra en justicia ha nacido de Cristo Jesús, y Cristo Jesús vive en él”. Pero en una segunda enseñanza reconocemos o descubrimos: “Que el mundo en sus afanes, en sus vanidades, no es capaz de reconocer al cristiano, porque en el fondo nunca ha reconocido el valor y el poder del nombre de Jesús y de la Persona divina del Cristo”. Y concluirá la primera carta de Juan diciéndonos: “Todo el que permanece en Cristo, no peca”. Hoy, cuando te sientes esclavizada o esclavizado porque eres una persona irascible, rabiosa, iracunda, porque por orgullo has roto relaciones, porque obras con egoísmo y te cuesta sacrificarte por los demás. Cuando sientes silenciosas envidias frente a los otros, recuerda que sólo el que permanece en Cristo es capaz de no pecar. En sentido contrario, podríamos decir, nuestro pecado en la vida se da muy en el fondo porque no hemos conocido, no hemos experimentado, no hemos dejado vivir a Cristo en nuestro corazón, no hemos dejado que el Espíritu divino invada nuestra vida. Pero pasemos al evangelio también de Juan, ya no es la primera carta de él, sino su obra máxima el evangelio, cuando presenta a Jesús como el Cordero de Dios que es capaz de quitar esa esclavitud, ese engaño, ese virus que es el pecado en el corazón humano, y Él lo suprime de dos maneras, purificándonos interiormente y ayudando a espiar la realidad del pecado que ha afectado toda nuestra vida. Cuando veo a veces un ser humano de aquellos que llaman habitantes de la calle, pienso que su deterioro exterior, es sólo reflejo de un deterioro más profundo, emocional, de soledad, afectivo, de desamor en su vida interior. Pero nosotros, sin ser necesariamente habitantes de la calle o homeless como le dicen en los Estados Unidos, podemos vivir la realidad de ser seres macilentos, personas desnutridas interiormente, cadáveres vivientes, porque en el fondo el pecado ha afectado nuestra vida, ha quizás destruido relaciones amorosas, nos ha llevado a la soledad, hemos extremado posturas ideológicas por orgullo, por ceguera, por envidias. El pecado por donde se le mire es tragedia en el ser humano y la gran liberación de Cristo no es liberación frente a nadie, frente a terceros, sino liberación frente a nosotros mismos. Finalmente, el evangelio de Juan nos mostrará, que la vida de cada uno como la del Cordero entregado por nuestros pecados (estamos hablando de Jesús), la vida de cada uno puede ser un acto de amor, de entrega por los demás y de entrega confiada en las manos de Dios. Aprendamos que, si un cordero en los rituales sacrificiales del antiguo testamento es signo de la indefensión, la inocencia y la inmolación, la entrega sacrificial, nosotros también estamos llamados en medio del mundo a entregar nuestra vida, aunque a veces sintamos que nos han juzgado siendo inocentes, que nos han atacado estando en condición de indefensión y que en nuestra entrega personal hay un poco de inmolación, recuerda que fue el destino que asumió Jesús en su vida. Pero en este día 3 de enero, la Iglesia de manera especial recuerda el Santísimo Nombre de Jesús, una veneración que comenzó en los primeros tiempos de la Iglesia y cuya fiesta más formal se instauró por allá en el siglo XVI (hacia el año 1530). Son reiterados los textos evangélicos y bíblicos que nos hablan del poder santo del nombre de Jesús. De hecho, Mateo 1, 21 nos dirá, hablándole el ángel en sueños a José: “Le pondrás al Niño por nombre Jesús, porque por su nombre se salvará a su pueblo de los pecados”. De otro lado, Filipenses 2, 10 nos afirmará: “En el nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo”. Y Pablo a los romanos, en 10, 13 dirá: “Invoquen el nombre del Señor y se salvarán”. Y volviendo a los evangelistas, Juan 16, 23 afirmará: “Si piden algo al Padre en mi nombre, Él se los dará” (afirmará Jesús a sus discípulos). Por su parte, Marcos 9, 38 - 39 dirá: “Que los demonios son expulsados por el poder del nombre de Jesús”. Y finalmente, Hechos 16, 18 nos dirá: “Que los creyentes creen que la invocación del nombre de Jesús proporciona protección y cuidado frente a los males del mundo”. Hoy aprende a invocar el nombre de Jesús, Yeshúa en su lengua original y reconoce que la Iglesia este nombre santo lo ha venerado desde siglos inmemoriales. De hecho, recordamos sobre todo en el cristianismo del mundo oriental, hablamos de Egipto, hablamos de Siria cuando hubo un cristianismo naciente, hablamos del mismo mundo en la antigua Ucrania, cuando se hablaba de la oración del corazón, cuando repetían la expresión del ciego: “Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí”. Y dirá sobre todo la Iglesia ortodoxa, los eremitas y los llamados padres espirituales en obras como la Filocalia, que esta repetición litánica: “Jesús, Hijo de Dios o Jesús, descendiente del rey David ten compasión de mí”, es el mejor método para abrir la mente, limpiar el corazón y hacer la oración continua, la oración sin cesar que nos pide el apóstol san Pablo. De hecho, hay obras inmortales como una descubierta en el siglo XVIII de autor anónimo, el peregrino ruso, donde a partir de esta expresión que llamamos la oración del corazón: “Jesús ten compasión de mí”, hay una verdadera limpieza o ascesis de la mente del Espíritu y aun física, que, combinada con la respiración, nos ayuda a aprender a reconocer y a tomar conciencia de la vida de Cristo, Dios en nosotros. De manera inspirada, recibiendo el aire, decimos Señor Jesucristo y al espirar, soltando el aire o el oxígeno de nuestros pulmones, podemos decir, ten compasión de mí. Hoy reconoce que el mundo místico de Oriente y sobre todo la Iglesia Ortodoxa y los llamados padres del desierto, nos han enseñado en una tradición de muchos siglos, que aprendemos a tomar conciencia de la vida de Cristo Jesús en nuestro interior, en lo profundo de nuestro ser, cuando aprendemos a invocar, continua, consciente y amorosamente a Jesús como el Hijo de Dios y a pedirle a partir de la fórmula que es la única que abre de par en par las puertas de su corazón cuando decimos: ¡Ten compasión de mí, ten misericordia de mí”. Termino diciendo que no te desanimes en esta práctica que empezará como una oración vocal de los labios, una recitación externa con tu boca, pero luego será en un segundo nivel, una oración concentrada cuando tus palabras pronunciadas lo haces de manera consciente y con pleno sentido, y pasarás finalmente al tercer nivel y más profundo, la oración del corazón cuando descubres que no es algo que hacemos, sino lo que somos y ese Jesús Hijo de Dios, se vuelve un hábito interno, una oración auto activa, donde experimentamos la vida divina y la compasión de Dios continua y fiel para nuestra vida. Que hermoso el nombre de Jesús, que hermosa la memoria litúrgica en este 3 de enero, cuando celebramos el Santísimo Nombre de Jesús. Aprendamos de las escuelas Espirituales de Oriente y di conmigo muchas veces en el día y en tu vida: ¡Jesús, Hijo de Dios, ¡ten compasión de mí! Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 1, 29-34 Lecturas del día de Hoy: 1Jn 2,29-3,6: Todo el que permanece en él no peca. Queridos hermanos: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto ni conocido. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo de hoy Salmo 98/97,1-2ab.3cd-4.5-6: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Evangelio del día de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1, 29-34: Este es el Cordero de Dios. Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: -«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: «Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo» Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: -«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. me dijo: Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua «Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.» Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.» Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.Nombre de JesúsCieloCuídadoEl nombre del Señor tiene poderInvocaciónMales del mundoProtecciónSalvar a los pueblos de los pecadosSan JuanTierraBibliaEvangelio¡El nombre más poderoso!Jesús