Fundación Amén Comunicaciones2024-04-112024-04-112023-05-24http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/413https://drive.google.com/file/d/1YnqtRNVo4dyy6c4_gZuW7Z3-S0EA93X5/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Continuamos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, con la despedida que el apóstol Pablo hace de los suyos y concretamente de un grupo de presbíteros de la Iglesia de Éfeso, les da consejos que siempre son actuales, aún 2000 años después. En primer lugar les dice: “Tengan cuidado con el rebaño sobre el que el Espíritu Santo los ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios”, pero no se queda solo allí, él reconoce que cuando los deje, y salga de Mileto y abandone a los presbíteros de Éfeso, se ausente de su presencia, dice: “Se meterán entre ustedes en el rebaño, y aun entre los presbíteros, lobos feroces que no tendrán piedad, ni misericordia del rebaño de las almas, incluso de entre ustedes mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí, por eso, estén alerta y acuérdense que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejarlos con lágrimas en los ojos a cada uno en particular”. La realidad, podríamos decir del trigo y la cizaña, la buena y la mala semilla ha existido, existe y existirá siempre en la Iglesia; siempre habrá buenos presbíteros, líderes religiosos, pastores de almas y siempre también habrá infiltrados, lobos con piel de oveja, que querrán desviar el rebaño, y es a los sacerdotes a quien les toca cuidar el rebaño de falsos profetas, pero también a las mismas ovejas discernir cuando un sacerdote, un pastor de almas, les habla en nombre del evangelio, de Cristo, de la fe y de la Iglesia, o les habla en nombre personal, con desviaciones doctrinales o de fe, desviaciones morales con malicia. La oveja reconoce la voz del pastor como nos dirá el evangelio de san Juan, y tenemos que aprender a ser críticos, y a reconocer, cuando un sacerdote nos habla en nombre de Dios, o nos habla para inducirnos a apartarnos de Dios. Al final se muestra un profundo detalle lleno de humanidad y si se quiere de sentimientos encontrados, dirá en efecto el libro de Hechos de los Apóstoles, que cuando terminó de hablar a los discípulos, o mejor a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso, se puso de rodillas, los invitó a todos a que se arrodillarán y oró con ellos, entonces todos en la despedida de Pablo, comenzaron a llorar, se le echaron al cuello al apóstol, lo besaban afectuosamente; y afirma el texto de Hechos de los Apóstoles, que lo que más pena y tristeza les daba, era lo que les había dicho el apóstol, que no lo volverían a ver en esta vida y simplemente en silencio, lo acompañaron al puerto a tomar el barco para seguir su tarea misionera. Cuántas veces los sacerdotes somos aves de paso, peregrinos en un lugar y en otro, donde dejamos el corazón, los sentimientos, el amor en personas que han sido tan buenas con nosotros, pero sabemos que es la realidad, la misión nos lleva y nos llama a ser itinerantes, caminantes en medio de distintas realidades, porque el anuncio del evangelio no se puede detener. Pero pasemos al evangelio de hoy, continuamos con la llamada oración sacerdotal, donde Jesús con entrañables sentimientos de misericordia y si se quiere de nostalgia, ora por sus discípulos a Dios diciendo: “Padre Santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado para que sean uno como nosotros Tú y Yo, Padre Dios somos uno”. El gran anhelo de Jesús es la unidad entre los discípulos, entre los cristianos, y es una espina en el corazón mismo de Dios, la división, la murmuración, la falta de caridad y el descrédito, que a veces hay entre nosotros dentro de la misma Iglesia; esto no nos permite dar testimonio: ¿por qué, cómo predicar la caridad a las ovejas, a las almas, cuando entre nosotros dentro de la misma Iglesia, no hay caridad ni misericordia?, por eso la unidad, la comunión que es una acción única del Espíritu Santo, sólo se da cuando aprendemos dentro de la misma Iglesia a mirarnos con misericordia y a no juzgar unos de otros. Pero en un segundo momento dirá Jesús dirigida sus palabras al Padre Dios: “Yo les he dado a estas almas, a estos hombres tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo”. Jesús reconoce el rechazo, la animadversión de aquellos hombres y quizás algunas mujeres, que en el espíritu del mundo no aceptan a Jesús, no aceptan su mensaje de amor y de paz. Aunque parezca paradójico, hoy, en este siglo 21, entendemos claramente las palabras de Jesús: “Si a mí”, a Jesús lo han odiado, “a ustedes también los odiarán”. Cuántos documentales, cuantas fake news o (noticias falsas), cuántas películas, cuántos comentarios en medios de comunicación, cuánto odio contra la Iglesia, contra sus ministros, contra la fe cristiana, odio contra vivos y difuntos, contra papas gigantes como Benedicto XVI o Juan Pablo II, ahora este último ya santo y ambos fallecidos, y cómo se denigra y se difama de ellos. La hostilidad, la agresividad del mundo siempre ha estado allí presente, pero Jesús nos lo ha advertido: “Si a mí me han odiado, ustedes que son mis discípulos, mis seguidores no pueden vivir una suerte, un destino diferente del que yo he vivido”. Finalmente, Jesús ruega al Padre Dios por sus discípulos y dirá una expresión que a todos siempre nos ha impresionado: “No te pido o no ruego que retires a los discípulos, a mis seguidores del mundo, sino que los protejas del maligno; no son del mundo como tampoco Yo soy del mundo, santifícalos en la verdad, y sólo tu palabra, la Palabra de Dios es la verdad”. En un mundo de tantas ideologías políticas, de tantas modas culturales, donde el pensamiento religioso no cabe, donde los hombres que públicamente profesan su fe cristiana a veces son marginados, a veces son despreciados y en otras ocasiones son perseguidos; Jesús ora al Padre Dios para que no bajemos la moral, para que no nos desanimemos y para que seamos santificados en la Palabra de Dios, en donde en ella siempre hay verdad. Finalmente, dirá Jesús que seamos protegidos del mal, y esta promesa, esta plegaria de hace 20 siglos, se sigue cumpliendo hoy en nuestro tiempo, y como afirmará el salmo: “Aunque el hombre justo sufra muchos males, calumnias, persecuciones, humillaciones, desprecios; de todos los males, los libra el Señor”. Hoy, elige entre ser un hombre del mundo y quizás aplaudido, reconocido y admirado por el mundo, o ser, un hombre de Cristo, del evangelio, aunque ello implique calumnia, menosprecio y marginación. Estamos en el mundo los cristianos, pero no compaginamos con la mentalidad del mundo en su orgullo, en su vanidad, en su egoísmo, en su afán de aparentar, en su afán de dominación; no compaginamos con el mundo, los cristianos somos distintos. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 17, 11b-19 Lectura del día de hoy Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38: En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir”. Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de hoy Salmo 68 R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios. Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. /R. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: Reconoced el poder de Dios. /R. Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! /R. Evangelio del día de hoy Lectura del santo Evangelio según San Juan 17, 11b-19: En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.AmorAnunciar el EvangelioBuena noticiaCaminar entre las realidadesCeloCertezaMisiónReconocer las realidadesSer itineranteBibliaEvangelio¡Protégenos del Maligno!¡Padre Santo, guardalos en tu nombre, Santificalos en la verdad: Tú palabra es la verdad!