¡La Paz les dejo!
dc.contributor.author | Fundación Amén Comunicaciones | |
dc.date.accessioned | 2024-04-30T00:10:49Z | |
dc.date.available | 2024-04-30T00:10:49Z | |
dc.date.issued | 2024-04-30 | |
dc.description | TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Continuamos leyendo la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde nos muestra las que tuvo que pasar el apóstol Pablo en el anuncio del evangelio. Definitivamente la vida no se queda con nada, y él que fue un encarnizado perseguidor de los cristianos, ahora es una víctima continua por los encarnizados perseguidores que tiene, por anunciar a Jesús. En efecto nos dice cómo unos judíos de Antioquía y de Iconio, cuadraron la gente para apedrear a Pablo, arrastrarlo fuera de la ciudad creyéndolo por muerto. Sin embargo, los planes de Dios eran distintos, y rodeado por los discípulos, lo levantaron y lo volvieron a llevar a la ciudad. Él les dirá con Bernabé, después de predicar el evangelio y de ganar bastantes discípulos, regresa a Listra, a Iconio y a Antioquía, y anima a los discípulos a perseverar en la fe, diciéndoles: “Que en la vida hay que pasar por muchas tribulaciones, para entrar en el Reino de Dios”. No lo decía por decirlo, lo decía por experiencia personal, como nadie vivió persecuciones, hambres, fríos, naufragios, días sin comer, noches sin dormir, intrigas contra su vida, amenazas de muerte, cárceles, presidios y finalmente, el martirio ofrendando su vida y entregando su cabeza. Por eso lo que dice Pablo en esta primera lectura, lo habla desde el corazón animando a sus discípulos y animándonos a nosotros hoy, cuando tengamos pruebas, hay que pasar por muchas tribulaciones antes de entrar en el Reino de Dios. Pero pasemos al evangelio que nos presenta san Juan en el capítulo 14, y encontramos cómo Jesús dice a sus discípulos, como un gran don que Él les entrega: “La paz les dejo, mi paz les doy, no doy la paz como la da el mundo”. Jesús habla de una paz personal, (mi paz), no habla de la paz del mundo que es silenciamiento de fusiles, la paz de los muertos en los cementerios, la paz de humillar a otros, una paz o una calma chicha; es la paz de Dios que es estado de paraíso, armonía con el Creador, equilibrio con nosotros mismos, comunión con los demás y con la creación. Por eso Jesús les dice a sus discípulos: “No se turbe su corazón, no se acobarde”, algo vio en su mirada, en sus gestos, algo de miedo capto en ellos, quizás de preocupación intensa, pero Él sabe que más allá de su partida, la paz, el shalom hebreo como gran don que luego entregará más allá de la resurrección, es el gran legado que puede dejar a los suyos. Hoy nos preguntamos, ¿si nuestro mundo tiene paz?, y la respuesta es no, y no hablamos de la guerra en Medio Oriente, en Ucrania, en Israel y Gaza, no hablamos de estas guerras; hablamos de sociedades polarizadas, de las redes sociales que a veces parecen redes antisociales porque nos ponen a pelear, especialmente discusiones en la red social de Twitter. Cómo los seres humanos, a veces desde el anonimato, sacamos todo el veneno, el resentimiento, las cargas de dolor en nuestra vida detrás de un perfil falso o a veces en un perfil verdadero, sin ningún reato de vergüenza, sin sonrojarnos, mostramos tanta amargura contra otra persona porque es creyente, porque tiene una condición ideológica distinta, porque piensa distinto de como yo pienso. Esto solo genera confrontación, perdemos la paz y doy una respuesta clara, por el pecado en el que vive el hombre hoy; es imposible que una persona que vive de manera egoísta, que vive de una forma narcisista, que vive en una egolatría, (adoración del yo), es imposible que una persona que vive de la vanidad y el aplauso humano pueda tener paz en el corazón, si es esclava, esclava, esclava de su propio ego, de su propia imagen, de su propio cuerpo. Es imposible que haya paz en un ser humano que no ama, que siente rabia, resentimiento, rencor, que busca retaliación y venganza contra los demás, porque siente que la vida ha sido injusta, cómo perdemos de fácil la paz. El pecado, ese que hoy muchos niegan y que dicen que no existe, es el factor número uno que roba la paz al corazón humano. Qué no decir de aquellas personas que viven entregadas a sus pasiones primarias: lujuria, gula, codicia de atesorar, esclavitud del licor, de drogas alucinógenas, esclavitud al sexo, la pornografía, el juego; cuánta turbación en su vida. Jesús lo dice de sus discípulos en otro contexto, el miedo que es el pecado de falta de fe; cuánto miedo hay en nuestro mundo porque nos falta confianza en el Dios de la vida, que nos ama y de qué manera, y olvidamos como dice el apóstol san Juan: “En el amor no hay temor, porque el amor desecha el temor”. Si en verdad nos sintiéramos amados, no viviríamos de temor en temor, de miedo en miedo, de angustia en angustia, de ansiedad en ansiedad, de sobresalto en sobresalto. Hoy pregúntate: ¿por qué has perdido la paz de tu corazón?, ¿para qué un carro nuevo, para qué una casa más grande, para qué comer rico en ese restaurante famoso si en tu corazón no hay paz? Recuerdo un viejo adagio que decían las abuelas: “Quien ha perdido dinero en la vida ha perdido mucho, quien ha perdido la salud ha perdido demasiado, pero quien ha perdido la paz del corazón, lo ha perdido todo”. No te dejes robar la paz del corazón, hoy Jesús te la da, así empieza el evangelio: “La paz les dejo”, y luego precisa cuál paz nos quiere dejar y dice: “Mi paz les doy”, es una paz que es don, es una paz que se entrega permanente, es una paz que acontece en un eterno presente; no dejes que el pecado del mundo, los miedos humanos, las rabias y la manipulación ideológica que es uno de los grandes signos del siglo 21, te hagan instrumento del odio, de los prejuicios de otros. Somos hermanos todos, somos la religión del amor, nos hablan de un pasado, no nos interesa si hubo errores o no, nos interesa el presente, lo único cierto que tenemos, y en ese presente Jesús nos dice: “La paz se da por la fuerza de la justicia, por el poder del amor, por la entrega en el servicio, la entrega de la vida cada día”. ¡No lo olvidemos, no te dejes robar la paz de tu corazón! Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. | |
dc.description.abstract | REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 14, 27-31a Lectura del día de hoy Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 14, 19-28 En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándole ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe; después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor» Salmo del día de hoy Salmo 144 (145), 10-11. 12-13ab. 21 R/. Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado. (o Aleluya). Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. /R. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. /R. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás. /R. Evangelio del día de hoy Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 27-31a En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: “Me voy y vuelvo al lado de ustedes:” Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean. Ya no hablaré mucho con ustedes , pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que como el Padre me ha ordenado, así actúo.» Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús. | |
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dc.subject | Armonía | |
dc.subject | Corazón | |
dc.subject | Manipulaciones | |
dc.subject | Miedos humanos | |
dc.subject | Paz de Dios | |
dc.subject | Paz verdadera | |
dc.subject | Pecado | |
dc.subject | Rabias | |
dc.subject | Tranquilidad | |
dc.subject | Biblia | |
dc.subject | Evangelio | |
dc.title | ¡La Paz les dejo! | |
dc.title.alternative | Paz |
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