¡El don y misterio de la Eucaristía!
dc.contributor.author | Fundación Amén Comunicaciones | |
dc.date.accessioned | 2024-04-04T14:57:13Z | |
dc.date.available | 2024-04-04T14:57:13Z | |
dc.date.issued | 2023-04-28 | |
dc.description | TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Avanzamos en esta lectura continuada del capítulo 6, del evangelio según san Juan, de alguna forma vamos concluyendo la más bella reflexión eucarística que encontramos en todos los evangelios. Jesús se ha presentado sucesivamente en palabras del evangelista, como el pan de la vida, pero ¿qué significa ese pan de la vida? ¿qué significa la Eucaristía al hoy de nuestra historia?, ¿qué significa la misa en el siglo XXI?, ¿significa lo mismo que hace mil años?, ¿qué hace 1500 años?, ¿qué hace 2000? Por excelencia, la Eucaristía es el sacrificio redentor, es el sacrificio salvador, único y universal de Jesús en la cruz. De alguna manera, cuando Jesús se identifica con el pan y el vino eucarístizados, nos está mostrando que ese sacrificio del Calvario, del Gólgota hace 2000 años, se actualiza, se hace memorial, viaja en el tiempo, permítanme esta expresión y se aplica al hoy de mi vida, al hoy de mi historia, al hoy de mi acción de gracias, al hoy de mis necesidades. Primera gran afirmación, la Eucaristía es por excelencia el sacrificio redentor de Cristo. Segunda afirmación, es memorial, es actualización, no es simplemente recordar un hecho de hace 2000 años, es verdaderamente por el misterio litúrgico, por la acción litúrgica de la Iglesia, nosotros vivimos realmente esa obra de redención en la vida personal, en la vida comunitaria. El memorial de la liturgia, la actualización litúrgica, es efectivamente, acudir nuevamente al Calvario XX siglos después, y reconocer que esa sangre derramada y esa vida entregada de Jesús, es por mi vida, por mi familia, por mis necesidades, en mi acción de gracias, y yo me uno en ofrenda espiritual a ese sacrificio redentor. Pero habría un tercer elemento para aportar, la Eucaristía se celebra siempre en asamblea litúrgica, entonces hablamos de un misterio de comunión, de comunidad, esa comunión sacramental que recibimos al comulgar, está precedida antes por una comunión fraterna; en efecto, nos damos la paz, la comunidad común, unidad en la comunión común, unión de unos con otros, nos permite experimentar la vida de Cristo en cada uno. Cristo vive en su cuerpo, que es la comunidad de bautizados que peregrinan en el mundo entero, de manera que no es simplemente una reunión de personas que tienen un interés común, es Cristo mismo que pasa a través de cada miembro de esa comunidad, de esa asamblea litúrgica, que está celebrando ese misterio de la comunión y de la comunidad eucarística, un vínculo que a veces es más fuerte que la misma sangre o los puros y meros afectos humanos. Pero hablemos, además de ese sacrificio redentor, de ese memorial y de esa comunión eclesial, hablemos de que la Eucaristía es por excelencia alimento de vida, comida de vida, pan de vida. Tú sientes cuando hay fe, que te vivificas interiormente, que te descubres resucitado, que la Eucaristía genera sentimientos que más allá de emociones, producen gozo en el corazón, paz en el alma, deseos de salir adelante, fortaleza para enfrentar las pruebas y dificultades; realmente experimentamos esto cada uno de nosotros. La Eucaristía alimenta y así como no sé, una sopa, una carne, una proteína, una vitamina, nutre el organismo, la Eucaristía nutre espiritualmente la vida del hombre. No es simplemente una metáfora, no es un simbolismo, es un alimento, es el nutriente, créanme que si esto no fuera verdad, la práctica de 2000 años de la misa, en principio semanal y luego diaria, sería prácticamente imposible de sostener; lo que hace que la Iglesia sea ese cuerpo vivo de Cristo, lo que hace que nosotros hombres y mujeres, en la asamblea litúrgica nos sintamos vivos interiormente, es la acción de ese alimento espiritual que nos da vida eterna, que sacia nuestra hambre y nuestra sed interior. Ustedes podrían hacer una pregunta haciendo como de abogados del diablo, permítanme la expresión y decir, ¿por qué una persona que yo conozco, todos los días participa del banquete eucarístico y sin embargo, no la ve uno con vida interior?, la respuesta es sencilla, si no hay fe, si no hay esa certeza, esa convicción de que es Jesús que se nos da en el pan eucarístico, nosotros no tendremos la vida interior abierta para recibir ese nutriente. ¿Por qué? podría decirles yo como una contra pregunta, ¿una persona que por muchos años estuvo alejada de la Iglesia, pero con ocasión de una circunstancia particular, se acerca a la fe católica y concretamente a la Eucaristía, porque empieza ese crecimiento espiritual tan rápido, tan acelerado?, la respuesta es sencilla, la fe de esta persona, de alguna manera está alimentando rápidamente, está nutriendo, está permitiendo que se asimile en su alma toda la vida divina contenida en el Pan de Vida, la Eucaristía. Por eso es tan importante la comunión eucarística, la comunión sacramental, y la Iglesia permite que aquella persona que por alguna circunstancia no haga la comunión eucarística, haga por lo menos la comunión espiritual, bajo una sencilla jaculatoria como ésta: ¡Señor, yo te quisiera recibir con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos! Esto es una comunión espiritual, y cuando sacramentalmente porque no te has confesado con el sacerdote, porque tienes un estado de vida irregular, no te permite la comunión sacramental, créeme, recibe a Jesús en comunión espiritual. Finalmente, señalemos entre muchos aspectos importantes del misterio eucarístico, del misterio de Pan de Vida, que hemos reflexionado en toda la catequesis de esta semana y que va concluyendo este capítulo 6, de san Juan, reflexionemos sobre la Eucaristía, como el misterio del amigo, la presencia que está siempre con nosotros. Jesús ha hecho una promesa: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el final de los tiempos, no los voy a abandonar”. Nos preguntamos ¿cómo se concreta esa promesa de Jesús? y podríamos señalar, en sacerdotes, en el sacerdocio ministerial, en miles de hombres en el mundo entero, frágiles, pecadores, pero capaces de consagrar, de hacer presente la vida de Dios en un pedazo de pan y, sobre todo, a partir de la Eucaristía, la presencia permanente en miles de sagrarios, de tabernáculos de todas las parroquias, capillas, monasterios, conventos, del mundo entero; allí Jesús cumple su promesa. Él está verdaderamente presente, por eso un sentido tan simple al entrar a la casa de Dios, a una parroquia, a un templo parroquial, nos arrodillamos porque reconocemos la presencia sacramental de Jesús en medio de ese lugar y, por tanto, en medio de nuestra vida, en medio del mundo. A ese amigo, a esa presencia cercana, le decimos, quédate con nosotros, como lo dirán los discípulos de Emaús el domingo de la semana pasada y le decimos, te necesitamos, hablémosle como a un amigo, apoyémonos en Él, sostengámonos en Él, busquemos la alegría y el consuelo en Él. No hay nada más hermoso que la visita eucarística, la visita contemplativa, la visita de intimidad a Jesús Sacramentado, el amigo de todas las horas. Qué bonita es esta reflexión, el pan de vida es el sacrificio redentor uno, la comunión eclesial dos, el memorial que actualiza tres, el alimento del espíritu cuatro, la presencia amiga que nos sostiene y acompaña cinco. Señor Jesús, gracias, gracias por tu presencia eucarística en medio del mundo, Señor Jesús, gracias por enseñarnos lo que es el misterio inmenso de esa afirmación: ¡Yo soy, yo soy el pan de la vida, el que come de este pan vivirá, vivirá para siempre! Amén. | |
dc.description.abstract | REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 6, 52-59 Lectura del día de hoy Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 1-20 En aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres. Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Salo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Dijo él: «¿Quién eres, Señor?». Respondió: «Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer». Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, n o veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «Ananías». Respondió él: «Aquí estoy, Señor». El Señor le dijo: «Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista». Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu Nombre». El Señor le dijo: «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi Nombre». Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo». Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios. V/. «Palabra de Dios». R/. «Te alabamos Señor». Salmo del día de hoy Salmo 117 (116), 1. 2 R/. Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio. Alaben al Señor todas las naciones, aclámenlo todos los pueblos. R/. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/. Evangelio del día de hoy Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 52-59 En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad les digo: si no comen la Carne del Hijo del hombre y no beben su Sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi Carne es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el Pan que ha bajado del Cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaúm. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús. | |
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dc.subject | Alimento de vida | |
dc.subject | Amor | |
dc.subject | Banquete | |
dc.subject | Comunidad | |
dc.subject | Don | |
dc.subject | Eucaristía | |
dc.subject | Fortaleza | |
dc.subject | Fuerza | |
dc.subject | Memorial | |
dc.subject | Misterio de comunión | |
dc.subject | Recuerdo | |
dc.subject | Sacrifico redentor | |
dc.subject | Biblia | |
dc.subject | Evangelio | |
dc.title | ¡El don y misterio de la Eucaristía! | |
dc.title.alternative | Eucaristía |
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