A veces más, es menos!
Date
2023-08-22
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Mateo 19, 23 – 30
Lectura del día de hoy
Del Libro de los Jueces 6,11-24a:
Gedeón, salva a Israel. Yo te envío.
En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joá de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando trigo a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.
El ángel del Señor se le apareció y le dijo:
-El Señor está contigo, valiente.
Gedeón respondió:
-Perdón; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: “¿De Egipto nos sacó el Señor?” La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.
El Señor se volvió a él y le dijo:
-Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. ¡Yo te envío!
Gedeón replicó:
-Perdón; ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en casa de mi padre.
El Señor contestó:
-Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
Gedeón insistió:
-Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.
El Señor dijo:
-Aquí me quedaré hasta que vuelvas.
Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se los llevó al Señor y se los ofreció bajo la encina.
El ángel del Señor le dijo:
-Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.
Así lo hizo. Entonces el ángel del Señor alargó el cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció de su vista.
Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó:
– ¡Ay, Dios mío!, que he visto el ángel del Señor cara a cara.
Pero el Señor le dijo:
– ¡Paz! No temas, no morirás.
Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz».
Palabra de Dios, Te alabamos Señor.
Salmo del día de hoy
Salmo 85,9.11-12.13-14:
El Señor anuncia la paz a su pueblo.
Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Evangelio del día de hoy
Del Santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30:
“Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Creedme: difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos.
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
-Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.
Entonces le dijo Pedro:
-Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos va a tocar?
Jesús les dijo:
“cuando llegue la renovación, y el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos, para regir a las doce tribus de Israel.
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”.
Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
Justo una semana después de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos, la Iglesia hace memoria litúrgica de Santa María Reina. Ella es la primera discípula de Jesús y Ella nos enseña el camino más directo y más perfecto para ser seguidores de Jesús, para recibir el Espíritu del Resucitado en nuestra vida.
Continuamos con la reflexión del evangelio de ayer a propósito de la riqueza, y no puede ser más explícito y quizás más denunciante Jesús cuando afirma, que el gran animal conocido en el mundo antiguo, el camello: “Más fácil atravesará el ojal de una aguja, que un rico avaro apegado a sus bienes pueda entrar en el reino de los cielos”. A partir de esta dramática imagen evangélica, Jesús nos quiere prevenir, no maldiciendo la riqueza, sino de alguna manera destacando cómo los bienes pueden generar relaciones enfermas apegamientos patológicos en nuestro corazón, lo que no nos va a ayudar a vivir con paz, con alegría en la vida.
Pero ayer presentábamos algunas características de lo que es la riqueza mal administrada y decíamos que empobrece, endurece el corazón, envilece. Y seguimos ahora con otras cuatro características todas empiezan por la letra ¡E! El dinero enceguece, la vida a veces se nos vuelve acumular, atesorar, olvidando las necesidades de la familia y de los más cercanos. Hay personas que vivieron con verdadera precariedad y a su muerte tenían abundantes bienes que sólo atesoraron codiciosamente, ni disfrutaron el dinero ni permitieron que su familia lo disfrutara. Como una relación enferma con los bienes puede enceguecer el corazón.
En una segunda característica podemos decir que el dinero a veces embrutece, se despilfarra a manos llenas, olvidando tanta pobreza del mundo y de alguna manera cuando necesitamos ya ese dinero que despilfarramos en tiempos de vacas gordas, no lo tendremos en esa época de vacas flacas. Me llama la atención las excentricidades de nuestros narcotraficantes o de algunos multimillonarios que, embrutecidos en su dinero, embrutecidos en su riqueza y no quiero lastimar a nadie, olvidan que con el dinero pudieron hacer tanto bien a otras personas, ayudar a salir adelante a sus familias, poder paliar la pobreza de tantos seres humanos.
En una tercera característica reconocemos que el dinero muchas veces nos ensoberbece, nos envanece, nos llena de orgullo, vanidad, nos vuelve egoístas, altaneros, presumidos; de alguna manera nos desubica, nos desenfoca en la vida: hablamos con un tono de voz más alto, exigimos más derechos para nosotros y pensamos que tenemos menos deberes, reclamamos de los demás más respeto hacia la excelencia de nuestro ser, apoyados miserablemente en la exterioridad de unos bienes de los cuales nunca hemos sido verdaderamente propietarios, sino sólo administradores. Bienes que se nos dieron en la vida y administración que hay que entregar el día de la muerte.
Reconozcamos hoy que ese dinero empobrece, endurece, envilece, enceguece, embrutece, ensoberbece, y terminamos diciendo por la letra ¡E!, que el dinero es un gran espejismo en la vida del mundo, es un engaño al corazón, no alcanza para el rescate de la salvación del alma. Recordamos la famosa expresión evangélica: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma”.
Señor, dame trabajar con alegría y honestidad por el pan de cada día, dame también tener bienes materiales como una bendición de Dios, pero dame la sabiduría de no enfermar mí corazón a partir de relaciones codiciosas, ambiciosas con el dinero, con los bienes materiales.
Que el Señor te bendiga en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Administración del dinero, Embrutecer, Enceguecer, Ensoberbecer, Manejo del dinero, Biblia, Evangelio