¡Amen a sus enemigos!

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2024-06-18
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 5, 43-48 Lectura del día de hoy 1R 21,17-29: Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Elías el tesbita: -Anda, baja al encuentro de Ajab de Israel, que vive en Samaría. Mira, está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: Así dice el Señor: «¿Has asesinado, y encima robas?» Por eso, así dice el Señor: «En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, también a ti los perros te lamerán la sangre». Ajab dijo a Elías: -¡Con que me has sorprendido, enemigo mío! Y Elías repuso: -¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabat, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel. (También ha hablado el Señor contra Jezabel: Los perros la devorarán en el campo de Yezrael.) A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo. Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Señor reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de una manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas. En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno. El Señor dirigió la palabra a Elías el tesbita: -¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no le castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo. Salmo del día de hoy Salmo (51)50,3-4.5-6a.11.16: Misericordia, Señor, hemos pecado. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío! y cantará mi lengua tu justicia. Evangelio del día de hoy Mt 5, 43-48: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES La primera lectura tomada del libro de los Reyes, es una continuación del mensaje que leíamos y meditábamos el día de ayer. Dios habla al rey Ajab a través del profeta Elías y le dice: “Has asesinado a Nabot para quedarte con su finca, con su campo, con su viñedo, y ¿pretendes agradar a Dios?, ¿pretendes tomar posesión de su campo? Pues te digo, que en el mismo lugar donde los perros han lamido la sangre de Nabot donde ha sido asesinado, lamerán también los perros, tu propia sangre”. Es una sentencia contra la maldad, la opresión y el abuso de poder del rey y de la reina. Pero no solamente la sentencia se dirige contra Jab, sino también contra Jezabel y dirá en igual sentido: “Los perros devorarán a Jezabel en el campo de Israel”. Sin embargo, en Ajab, ante el temor por el castigo divino y a diferencia de su mujer, él siente temor de Dios, y al escuchar las palabras del profeta, de Elías, rasga sus vestiduras, se coloca el sayal que era una especie de saco, en fique muy rudimentario y hace ayuno, una manera muy judía de pedir perdón a Dios. Nos dice el libro de los Reyes en la primera lectura, que Dios escucha la actitud penitencial, el arrepentimiento del corazón del rey Ajab, y hablará a él a través del profeta Elías y le dirá: “Has visto como se ha humillado Ajab ante mí, pues no traeré el mal en los días de su vida, por haberse humillado ante mí; sino, que la amenaza que proferí contra él, se dará en los días de la vida de su hijo”. Por eso en el salmo responsorial de hoy, repetimos como asamblea celebrante: “Misericordia, Señor, hemos pecado; por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado, pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre mi pecado presente. Contra ti, contra ti, sólo pequé, cometí la maldad en tu presencia”. Es el famoso salmo Miserere 51 en la enumeración bíblica, 50 en la enumeración litúrgica, que nos habla a arrepentirnos y a pedir perdón de nuestro mal. Pues bien, esta primera lectura del libro de los Reyes, y este salmo Miserere (misericordia del latín al español), nos preparan para entender quizás, el más exigente texto de todo el nuevo testamento, uno de los más difíciles de cumplir y con el cual se cierran las llamadas seis antítesis de lo que proponía la ley mosaica, pero ahora Jesús que viene a darle plenitud, las enuncia de otra manera, sin violentarlas, busca cumplir su espíritu. En efecto afirmará Jesús: “Que en la ley de Moisés se invita a amar al cercano, al prójimo, a la familia, al amigo, al que te hace el bien; pero también se manda en la ley de Moisés, a aborrecer, a odiar a tu enemigo, a quien te ha causado daño verdadero y cierto”. Pero Jesús continuará diciendo: “Aunque esto se ha dicho en la ley mosaica, la ley de Moisés, yo les digo a ustedes cumpliendo la plenitud de la ley, les digo que: “Amen a sus enemigos y recen por los que los persiguen; y sólo amando a sus enemigos, y rezando por los que los persiguen, tendrán un amor no simplemente humano que es limitado, una caridad no simplemente natural que es imperfecta, sino que tendrán un amor y una caridad perfectos como la del Padre Celestial, que manda salir el sol cada mañana sin hacer distingos sobre personas buenas o malas, y en cada atardecer hace caer la lluvia sobre hombres justos e injustos”. Así es Dios, no distingue a la hora de mandar la bendición de cada día, el sol mañanero, la lluvia del atardecer porque Él entiende claramente que todos son sus hijos, y Dios no lleva memoria como lo hacemos los hombres, de las ofensas, de las heridas que nos han causado. Qué exigente este evangelio, cómo cumplirlo, amar y no solamente amar, sino orar por los enemigos. Qué difícil hacerlo a la manera en que Dios Padre no distingue sobre todos y hace salir el sol y hace caer la lluvia. En el fondo, Jesús pide a quienes lo escuchan, una justicia más alta que la de los fariseos, un amor más cualificado que el simplemente humano, al pedir el amor a los enemigos, que es el grado máximo de perfección y sólo así, podremos ser perfectos como el Padre de los Cielos es perfecto. Sólo así habrá un amor puramente gratuito sobre los demás, y sólo así por esta imitación, entenderemos que no amamos desde nosotros mismos, sino desde la acción de Dios como respuesta al amor que Él nos ha dado en la vida. Concluirá el evangelio diciendo: “Si ustedes ayudan a su familia, si ayudan a sus amigos, si aman a los que les hacen el bien, ¿acaso no hacen también esto los paganos?, ¿qué tienen de extraordinaria en su conducta, si hacen lo mismo de cualquier persona de la calle?”. Y Jesús vuelve a exhortar: “Su justicia tiene que ser superior, su amor tiene que ser más cualificado”, y exhorta a “Ser perfectos como el Padre Dios es perfecto”. Esta perfección está tomada del adjetivo telehios, pero también del hebreo tamin, que significa, íntegro, completo, indiviso, y que significa de alguna manera, servir a Dios con un corazón íntegro, indiviso, sin división, sin defecto, sano, con absoluta sinceridad y transparencia. Lo podría afirmar sin temor a equivocarme, aquel que no odia como lo mandaba la ley de Moisés, sino que ama e incluso ora a aquellos que le han hecho daño y daños muy grandes en su vida; ese hombre, esa mujer, tienen un lugar asegurado en el Reino de los Cielos. Así de exigente es esta última antítesis en el Sermón del Monte, la sexta y final, pero así también será la recompensa, grande, muy grande en el Reino de los Cielos, si tenemos el coraje y más que el coraje, la gracia de Dios para orar y para amar, a aquellas personas que nos han causado daño. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día y nos ayude a todos a vivir semejante exigencia evangélica, y te bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Amor de Dios, No hacer memoria del mal, Obra de Dios, Ora por quien te persigue, Trabajo de Dios, Biblia, Evangelio
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