¡Cree y sanarás de tus enfermedades!
| dc.contributor.author | Fundación Amén Comunicaciones | |
| dc.date.accessioned | 2024-03-13T16:30:39Z | |
| dc.date.available | 2024-03-13T16:30:39Z | |
| dc.date.issued | 2024-03-11 | |
| dc.description | TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Jesús no puede ser más enfático cuando dirá a quienes acompañaban al funcionario real, que pedía la sanación de su hijo en Cafarnaúm, si no ven milagros, no creen. En efecto, este funcionario real pide a Jesús que baje a Cafarnaúm a curar a su hijo, pero Jesús repite esta expresión: “Si esta generación no ve pruebas, prodigios, milagros continuos, no creerá jamás”. Y basta la palabra de Jesús cuando le dice a este padre afligido por la enfermedad de su hijo: “Regresa a casa, tu hijo está curado”. Parece que estaba a una distancia grande del lugar donde su hijo se encontraba enfermo, y pasadas unas horas se encuentra con algunos servidores que van en su búsqueda y le dicen: “Que el chico sobre la 1:00 de la tarde, (la hora séptima), ha sanado”, y el funcionario real cae en la cuenta que es justo a esa hora, (a la 1:00 de la tarde), cuando la Palabra de Jesús proclamada con poder, le había dicho: “El chico está sanado, la fiebre se le pasará”. Hoy, este pasaje evangélico de la curación del hijo del funcionario real, nos permite entender mejor la primera lectura de Isaías 65, cuando proféticamente y de alguna manera, hablando de la acción salvadora de Cristo, anunciará: “Miren, voy a crear cielos nuevos, tierra nueva”, podríamos decir, hombres nuevos, cuando nos dejamos permear, nos dejamos invadir, por la fuerza sanadora, por la fuerza liberadora, pero sobre todo, por la fuerza vivificadora que nos hace sentir vivos de Jesús en nuestra vida. En esa misma línea está el salmo de hoy que canta y ensalza a Dios porque nos ha hecho revivir y con él hacemos oración cuando decimos: “Te ensalzaré Señor porque me has librado”, (podríamos pensar de la enfermedad, de las persecuciones), “y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba al sepulcro. Tañan para el Señor fieles suyos, den gracias a su nombre santo; la cólera de Dios dura un instante, pero su bondad y su bendición es de por vida. Si bien al atardecer nos visita el llanto, por la mañana nos encontramos con el júbilo; escucha Señor y ten piedad de mí. Señor, ¡socórreme!, cambiaste mi luto en baile y en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. Esta expresión del salmista, es la expresión jubilosa de un hombre que cree y que siente cielos nuevos, tierra nueva, creación nueva en su vida. Hoy te pregunto por la madurez de tu fe, ¿tú eres de los que dice, creo en Dios, pero sólo sabes que Dios existe, que mandó a su Hijo como Salvador y que nos dio un mensaje de amor, perdón y servicio?, o ¿das un paso más adelante y no dices, solamente el qué del creer, sino a quién crees?: ¿crees en Jesús que es mensajero de Dios, revelación del Padre?, y es un paso importante en tu fe, en tu proceso de maduración, pero del qué creo y a quién creo, puedes dar un paso todavía más adelante y decir, en quién creo. ¿Crees que Jesús es salvador de tu vida?, ¿crees dejándolo entrar en tu vida?, ¿tu fe es intelectiva, racional, abstracta?, o tu fe es ¿existencial, encarnada, concreta? ¿Te has apropiado de la vida de Jesús porque has abierto tu corazón y lo has dejado entrar en él?, ¿puedes decir como el apóstol san Pablo: “Ya no soy yo el que vive, es Cristo el que vive en mí”, (según nos relata Gálatas 2, 20). Hoy te invito, para que a ejemplo del funcionario real cuya fe logró la sanación y la salud de su hijo, tú le digas al Señor: ¡Creo profundamente en que Tú eres mi Salvador, en que tú puedes liberarme de las ataduras que hay en mi vida, desatar las cadenas que hay en mi corazón, sanar las heridas de mi alma y hacerme una mujer, un hombre, libres con la fuerza del Espíritu del Resucitado! Que el buen Dios te bendiga con abundancia y con paz en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. | |
| dc.description.abstract | REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 4, 43-54 En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: «Un profeta no es estimado en su propia patria». Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, no creen». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre». El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús. | |
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| dc.identifier.uri | https://drive.google.com/file/d/1MM1yVVopieBmX38Ybvpu5HdKCAf7F011/view?usp=drive_link | |
| dc.subject | Amor | |
| dc.subject | Confianza | |
| dc.subject | Entrega | |
| dc.subject | Fe abstracta | |
| dc.subject | Fe concreta | |
| dc.subject | Fe encarnada | |
| dc.subject | Fe existencial | |
| dc.subject | Fe intelectiva | |
| dc.subject | Fe racional | |
| dc.subject | Jesús | |
| dc.subject | Salvador | |
| dc.subject | Vida | |
| dc.subject | Biblia | |
| dc.subject | Evangelio | |
| dc.title | ¡Cree y sanarás de tus enfermedades! | |
| dc.title.alternative | Fe |
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