¡Domingo de Ramos!

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2024-03-24
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Marcos 14, 1-15,47 Primera lectura del día de hoy Lectura del libro de Isaías 50, 4-7 El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de hoy R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere. R/. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una bandada de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R/. Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica. Pero Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Los que temen al Señor, alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; témanlo, linaje de Israel. R/. Segunda lectura del día de hoy Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11 Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo- nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Evangelio del día de hoy Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39): Forma Breve Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: S. –¿Eres tú el rey de los judíos? C. Él respondió: Tú lo dices. C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: S. ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan. C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre. Pilato les preguntó: S. –¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: S. Qué hago con el que llaman rey de los judíos? C. Ellos gritaron de nuevo: S. Crucifícalo. C. Pilato les dijo: S. –Pues ¿qué mal ha hecho? C. Ellos gritaron más fuerte: S. –Crucifícalo. C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura y le ponen una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: S. ¡Salve, rey de los judíos! C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz. Y conducen a Jesús al Gólgota, que quiere decir lugar de la Calavera, y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: El rey de los judíos. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: S. Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz. C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose: S. A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos. C.T ambién los otros crucificados lo insultaban. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí, Eloí, lemá sabactaní, que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían: S. Mira, llama a Elías. C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: S. Dejen, a ver si viene Elías a bajarlo. C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver que había expirado, dijo: S. Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Iniciamos en firme con este domingo de Ramos y la lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, la historia en detalle del drama humano divino que vivió Jesús y que es paradigmático para la historia humana. Descubrimos en este relato de la Pasión, siete valores esenciales, que de alguna manera son un legado espiritual, un testamento eterno para los hombres y mujeres de todos los tiempos, en ese camino de la fe, en ese camino de seguimiento del mensaje y de la vida del Hijo de Dios, del Salvador y Redentor de toda la humanidad. Reconocemos un primer valor y es su amor hasta la cruz, su amor hasta el final, hasta la muerte; Él nos había invitado a lo largo de su ministerio público, a amarnos unos a otros, pero con su entrega sacrificial en la cruz, nos muestra que el amor es en serio, que se debe de tomar este valor, como un proyecto hasta el final de la vida. Hoy cuando los amores son pasajeros, superficiales, sin compromiso, cómo nos ilumina nuestra vida, el testimonio de Jesús que amó hasta el final, hasta la cruz. Pero un segundo valor que encontramos es su humildad profunda, según nos narra la segunda lectura de hoy, en la carta de Pablo a los filipenses, donde Jesús se muestra como el último entre los hombres y con una muerte humillante, despreciable, ignominiosa, (como morían los peores bandidos en la época, en una crucifixión pública). Nos preguntamos ante semejante ejemplo de vaciamiento y de humildad de Jesús, nuestro inspirador, ¿qué nos queda a nosotros seguidores de Él, para asumir orgullo, soberbia, autosuficiencia en nuestra vida, en nuestras relaciones interpersonales?, ¿cómo no ser humildes, si seguimos, creemos y buscamos imitar al humilde por excelencia? En un tercer valor, reconocemos la profunda fortaleza de Jesús en el dolor. ¿Cuántas situaciones de adversidad has padecido en tu vida, y la única salida es ser fuerte con la fuerza interior, la fuerza moral y espiritual que te viene de Dios cuando oras, cuando comulgas el Pan de la vida en la Eucaristía, cuando lees la Palabra del Señor? Pidamos la gracia de ser fuertes como Jesús, sobre todo en los momentos de adversidad en nuestra vida. En un cuarto valor, descubrimos la paciencia de Jesús con los suyos: paciencia con Pedro que lo niega, paciencia con sus discípulos que lo abandonan, paciencia con la multitud que no lo comprende, paciencia que se refleja, en que una vez Cristo resucita, vuelve a creer, vuelve a confiar, vuelve a esperar en Pedro y sus discípulos. Así es Dios con nosotros y así nos pide ser unos con otros en las relaciones interpersonales, ser pacientes y no dejar de creer y confiar en los demás, más allá de los fallos y los yerros que encontremos en nuestros cercanos. En un quinto valor, descubrimos la confianza total de Jesús en el Padre Dios, más allá de la soledad existencial y del dolor material que padece en la altura de la cruz. Hoy cuando sientas que en tu vida se cierran puertas, cuando experimentes la crucifixión en tu existencia, aprende a mirar a la altura y a poner toda tu fe como Jesús, a poner toda tu confianza en el Padre de los cielos. En un sexto valor descubrimos, la capacidad de perdón sin fisuras, sin rencores, sin resentimientos, sin retaliaciones, ni rabias, que manifiesta Jesús frente a los suyos: perdona a la multitud que grita crucifixión para Él, perdona al buen ladrón y le jura, le promete que esa misma tarde estará en el paraíso, disfrutando de la gloria de Dios. Hoy, pidamos como el Señor repetir muchas veces esta frase, frente a aquellas personas que nos han lastimado en la vida: “Perdónales, perdónales porque no saben lo que hacen”. Cuánto necesita nuestro mundo lleno de discursos de odio, lleno de acusaciones muchas cargadas de falsedad, cuánto necesita del perdón y de la reconciliación, no sólo en el seno de las grandes sociedades, sino y principalmente al interior de nuestras familias, de los matrimonios. Finalmente, en un séptimo y último valor, reconozcamos la esperanza absoluta que Jesús pone en el Padre Dios, que le devolverá la vida más allá de la muerte. Reconozcamos que no hay en un cristiano, no cabe en su vocabulario, la palabra desesperanza, desánimo; porque Dios que ha resucitado a su Hijo tres días después de su muerte, todo lo puede hacer en nuestra vida. Esperemos con confianza, la nueva vida que nos viene sólo de Dios. Que el Señor te bendiga abundantemente en este domingo de Ramos y en el inicio de una nueva Semana Santa, y Pascua, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Amor hasta la cruz, Confianza en Dios Padre, Dolor, Esperanza en Dios Padre, Fortaleza de Jesús, Humildad profunda, Paciencia, Semana Santa, Biblia, Vigilia
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