¡!Dios es compasión!

dc.contributor.authorFundación Amén Comunicaciones
dc.date.accessioned2024-12-05T19:15:09Z
dc.date.available2024-12-05T19:15:09Z
dc.date.issued2024-12-04
dc.descriptionTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Avanzamos en este tiempo del Adviento y la primera lectura del profeta Isaías, nos muestra la imagen preciosa del Reino de los cielos como un espacio para la fiesta, la celebración y sobre todo, como un banquete donde habrá un festín de manjares suculentos, de vinos de solera (que han recibido buen sol) y por tanto es tan sabroso, de manjares exquisitos, de bebidas refinadas. Es un poco indicar lo que es la experiencia de Dios de una manera quizás un poco primitiva para el hombre bíblico, pero que nos habla siempre como fiesta, celebración y alegría. Pero Isaías va más profundamente al indicar como será la experiencia y el reinado de Dios en la humanidad, y habla: “De que la muerte será aniquilada para siempre, aquel poder que nos aterra nos llena de pánico, de dolor, que es fuente de sufrimiento, vacío y soledad para la humanidad, será aniquilada ella, la muerte para siempre, y el Señor enjugará, secará las lágrimas de todos los rostros y alejará de nuestro mundo el oprobio y la humillación”. Concluirá el profeta Isaías diciendo: “Que aquel día de la llegada del Niño Salvador, del Niño redentor, del Bebé que va a dar paz al mundo entero, podremos decir, aquí está nuestro Dios, esperábamos en Él y nuestra esperanza no ha quedado frustrada, es Él quien nos ha salvado. Por eso, celebremos y alegrémonos con su salvación, porque reposará sobre este monte, el monte Sión, la mano del Señor”. En esta misma línea de alegría y de esperanza, se inscribe el salmo responsorial de hoy, cuando se nos invita en asamblea celebrante, en asamblea litúrgica a decir: “Habitaré en la casa del Señor por años sin término, y a reconocer en el Señor, el Pastor que conduce nuestras vidas, como un pastor acompaña a sus ovejas, las lleva a los rebaños a verdes praderas, les conduce hacia fuentes de agua tranquilas y les da descanso para que recuperen sus fuerzas. El Buen Pastor que es Jesús, nos guiará por los caminos de la justicia y aunque haya momentos de oscuridad, nada debemos de temer, porque Jesús, el Buen Pastor, va con nosotros, su vara y su cayado nos sosiegan”. Finalmente, y en la línea de la primera lectura, afirmará el salmo de hoy: “Preparas una mesa de comida, un banquete ante mí, en frente de mis enemigos, me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa de alegría”. Y concluirá diciendo: “Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitaré, habitaré, viviré en la casa del Señor, en la casa de Dios, por años sin final, por años sin término”. Pero tanto la primera lectura de Isaías como este salmo de Jesús, Buen Pastor que cuida de su rebaño, nos prepara para entender mejor el evangelio de san Mateo que hoy la liturgia de este día nos presenta, muy a propósito de que Jesús viene a todos a sanarlos. De hecho, nos dice: “Que cuando sale Jesús a Galilea y sube a la montaña, allí acude mucha gente llevando sus enfermos, ciegos, tullidos, sordomudos, leprosos y muchos otros. Los ponen los enfermos a los pies del Maestro Jesús, del profeta Jesús, para que Él los sane, y la gente se admira y alaba a Dios al ver que los mudos hablan, los lisiados caminan, los tullidos corren, los ciegos pueden ver y todos dan gloria y alabanza al Dios de Israel”. Pero continúa el evangelista diciendo, que Jesús, después de llamar a sus discípulos y acercarlos a Él, expresa un sentimiento profundamente humano que distingue, que señala, que marca el corazón del Hijo de Dios y es su profunda compasión. En efecto, diría el evangelista Mateo: “Que Jesús se compadeció de la gente porque llevaban ya tres días y no tenían que comer, Jesús siente compasión por el hambre, por la enfermedad, por el sufrimiento del ser humano”. Y cuando tú tienes esa idea clara del Señor en tu vida, puedes con grande confianza repetir, Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí. “Jesús invita a los discípulos a que no despidan la gente en ayunas y con hambre, sino que les den de comer, que de lo contrario van a desfallecer en el camino de regreso”. Pero los discípulos le dicen a Jesús ¿de dónde sacaremos comida para una multitud tan grande?, “Apenas tenemos unos pocos panes y peces”. Jesús sabe lo que va a hacer, (y este milagro que hemos repetido está documentado seis veces en los cuatro evangelios, dos en Mateo, dos en Marcos, uno en Lucas y uno en Juan). “Manda que la gente se siente, pronuncia la acción de gracias, parte, reparte y comparte el pan (en un signo profundamente eucarístico y prefigurando, anticipando el gran don de Cristo a su Iglesia, la Eucaristía), y luego dan de comer a la multitud hambrienta”. Y nos dice Mateo: “Que todos comen hasta el hartazgo, hasta saciarse plenamente, y recogen varias canastas con las sobras del pan y del pescado que quedan llenas”. Aprendemos en la línea de lecturas precedentes, que el Reino de Dios, Reino de justicia, de amor, de vida, de paz, de verdad, es un Reino a la manera de un banquete para que todos comamos, compartamos y disfrutemos de la vida, y esto no lo podemos olvidar. Aprendemos de este evangelio también, que Jesús vino al pobre, al enfermo, al hambriento, al pequeño, al sufriente y siente una profunda compasión por ellos. Y esta multiplicación de pan y pescado es simplemente una anticipación del gran banquete eucarístico en los tiempos de la Iglesia y del gran banquete escatológico al final de la historia, el banquete en el cielo, donde todo será alegría y paz y comunión de vida y justicia y amor en plenitud con el Dios que nunca ha dejado de amarnos. Comprendamos estas lecturas y con grande alegría, más allá de la frivolidad de las compras y las ventas, los televisores pantalla plana de 70 pulgadas en promoción, la locura de los viajes, de las reuniones, el licor que hay que comprar para atender a la familia, más allá de las viandas; Navidad es la fiesta de la vida simple, de la vida en familia, de la vida de oración, de la vida en intimidad, de la vida en paz. Con razón ese precioso villancico clásico por demás nos habla el día de la Navidad: ¡de Noche de paz, noche de amor, donde el misterio del Dios encarnado hecho carne, viene a morar entre nosotros y a enseñarnos una manera revolucionaria y formidable para vivir en amor, en justicia y en paz! Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
dc.description.abstractREFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 15, 29-37 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Isaías 25, 6-10a: Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país -Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.» Palabra de Dios, te alabamos Señor. Salmo del día de Hoy: Salmo (23) Habitaré en la casa del Señor por años sin término. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Habitaré en la casa del Señor por años sin término. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Habitaré en la casa del Señor por años sin término. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Habitaré en la casa del Señor por años sin término. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. Habitaré en la casa del Señor por años sin término. Evangelio del día de Hoy: Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 29-37: En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en Él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y Él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.» Los discípulos le preguntaron: - «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?» Jesús les preguntó: - «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: - «Siete y unos pocos peces.» Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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dc.subjectAmor
dc.subjectCompasión divina
dc.subjectCorazón de Jeús
dc.subjectDonación
dc.subjectEl Señor es misericordia
dc.subjectEntrega
dc.subjectOrar
dc.subjectSan Mateo
dc.subjectBiblia
dc.subjectEvangelio
dc.title¡!Dios es compasión!
dc.title.alternativeCompasión
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