¡Paz, perdón y amor!

Abstract
REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 1, 26-38 Lecturas del día de hoy: Primera lectura: 2S 7, 1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor. Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: – Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda. Natán respondió al rey: – Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo. Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: – Ve y dile a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo, lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mí presencia; tu trono permanecerá por siempre». Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo del día de hoy: Salmo 89/88,2-3.4-5.27.29: Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Cantaré eternamente las misericordias del Señor. «Sellé una alianza con mí elegido, jurando a David, mi siervo: ‘Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.’» Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alanza con él será estable. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Segunda lectura: Rm 16, 25-27: El misterio mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado. Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Evangelio del día de hoy: Santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES En pocas horas iniciaremos, la gran celebración de la Navidad, y entre abrazos, lágrimas emocionadas y expresiones de cariño, nos diremos ¡Feliz Navidad!, que no es nada distinto sino decir, ¡Bendecido nacimiento de Jesús en tu corazón y en el seno de tu familia! ¿Pero realmente en nuestro tiempo hay una verdadera, bendecida y bienaventurada Navidad?, pensemos que regalos, que dones trae Jesús Niño con su nacimiento místico y espiritual, para el mundo entero celebrado en la liturgia. Señalemos tres regalos especiales. El primero, Jesús, viene como portador de paz. Es que tú ves en la imagen de un recién nacido, la ternura, pero sobre todo la paz. En un bebé no hay violencia, no hay un corazón armado, no hay contradicciones, no hay expresiones de fuerza o de choque frente a los demás; no hay tal vez imagen más llena de paz y de reconciliación, que un recién nacido que duerme plácida y gozosamente en el seno, en los brazos de su madre o de su padre. Esta imagen de Jesús Niño recién nacido trae paz a un mundo que desafortunadamente este año ha vivido conflictos, guerras en distintas regiones del planeta; pero también, desencuentros, conflictos, en el microambiente de nuestras familias o de nuestro propio corazón. Pidamos para esta Navidad que estamos a pocas horas de celebrar, el regalo inmenso de la paz, que solo Jesús Niño puede traer, a los hombres y mujeres de buena voluntad, como dice precisamente el anuncio gozoso del ángel de la Navidad: ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres y mujeres que ama el Señor! Desarmemos el corazón, no hiramos con nuestras palabras, no seamos agresivos con nuestros gestos, somos hermanos. La persona con la que compartes, con la que convives no es tu enemigo, no es tu adversario; recibamos como gran tesoro en esta Navidad, la paz que solo Jesús bebé puede traer a nuestras vidas. Pero hay un segundo gran don o regalo del Niño Jesús en esta Navidad, y es el perdón. Jesús vino a reconciliar el pueblo elegido, el pueblo hebreo, con los pueblos hermanos según dirá san Pablo, y a derribar el muro que los dividía, el odio. Jesús vino a entregar su vida y derramar su sangre, para que nos perdonemos las ofensas. De hecho, sabremos que Jesús, nos enseñó a partir de la plegaria del Padre Nuestro, a perdonar las ofensas que nos causen, y así lo oramos cada día, es más, Jesús muere en la cruz clamando perdón por aquellos que gritaban su muerte y decía: “Padre Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen”. El perdón es sobre todo un regalo de Dios, una gracia del cielo, una bendición de lo alto, que sólo llega a un corazón bien dispuesto. No perdonamos por orgullo, por el amor propio herido, porque esto nos incapacita, nos imposibilita, para reconocer que la otra persona quizás en un momento de calentura emocional o verbal dijo, hizo lo que no debía. No vale la pena guardar rencores, en una sociedad que está ya lo suficientemente fragmentada, polarizada y dividida. El rencor es el peor negocio de la vida, enferma el corazón, pero también daña el cuerpo, deteriora la vida, nos quita el poder dormir tranquilamente, nos hace improductivos y nos roba la paz del corazón. Hoy como un segundo regalo de Navidad al Niño Jesús, pide la gracia altísima de perdonar, sobre todo a aquellos cercanos, familiares, que quizá se han equivocado contigo y que hoy de corazón con la gracia del Niño Jesús, quieres otorgarles su perdón. Que al filo de la media noche, en una carta, en un mensaje de texto, de manera directa y verbal, con un abrazo le digas a otra persona, ¡No vale la pena que sigamos enojados, Jesús vino por nosotros para perdonarnos, para reconciliarnos, para sanarnos; la vida no es tan larga para guardar rencores, ¡alimentar resentimientos indefinidamente! Finalmente, en un tercer regalo del Niño Jesús, además de la paz y el perdón, Jesús vino a habitar en nuestras familias. Nace en el seno de un hogar, con un papá y una mamá, José y María. Vive 30 años de vida privada en su hogar, en el seno de esta familia judía; y es tan importante una madre para Jesús, que Él quiso tener una en su vida, también su padre adoptivo, presuntivo José, lo acompañó en toda la formación como un buen Niño judío. Hoy valora tu familia, la Navidad no es una fiesta de amistades, déjalo para otro día; la Navidad es una fiesta de familia, porque Jesús no nace solamente en tu corazón, quiere nacer en el seno de tu hogar. Y quizás los egoísmos que nos encierran en nosotros mismos, que nos impiden decirle a otro, te amo, eres importante para mi vida, perdóname, gracias, te quiero; nos encierran en nuestro pequeño mundo, alrededor de la pantalla del celular, de la pantalla de la tableta, el computador, el televisor o el videojuego. No vale la pena vivir la vida de manera egoísta, la vida es grande cuando nos abrimos al amor y el egoísmo es lo contrario del amor. Hoy, ábrete al don de la Navidad en tu hogar, piensa en tu familia, que tu presencia, tu tiempo con calidad, sin medida, con calma, sea el mayor regalo que puedes dar a los tuyos. Sólo si hay paz, sólo si hay perdón, sólo si hay sentido de familia en el compartir sin egoísmos, en la comunicación sin orgullos y por el contrario con humildad y sencillez, habrá valido la Navidad. Todo lo demás, la pólvora, la música altisonante y estridente, la comida abundante, la fiesta, las compras, los globos, todo aquello será exterioridad y no tendrá sentido, si en tu familia no hay paz, no hay perdón, no hay amor de familia. Que el Señor te bendiga abundantemente en esta próxima Navidad y que Jesús nazca en el corazón de cada uno de los miembros de tu familia, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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Amor, Entrega, Familia, Feliz Navidad, Fiesta, Navidad, Paz, Perdón, Regalos Invaluables, San Lucas, Vida, Biblia, Evangelio
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