¡Ven Espíritu Santo (Pentecostes)!
Date
2024-05-19
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Juan 20, 19-23
Primera lectura del día de hoy
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2,1-11
Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Salmo del día de hoy
Salmo 104
R/.Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.
Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.
Segunda lectura del día de hoy
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13
Hermanos:
Nadie puede decir: Jesús es Señor, sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Secuencia:
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Evangelio del día de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
Paz a ustedes.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
Hoy con gran alegría, la Iglesia Católica en el mundo entero celebra Pentecostés. En el antiguo testamento era la fiesta judía de las cosechas, pero para nosotros, en palabras del gran padre de la Iglesia, san Basilio, es la deificación del hombre, recibimos al don de los dones, el Espíritu Santo, y hoy clamamos que la vida de Dios llegue a nosotros. Más allá de estos signos específicos, el viento huracanado y el fuego, hoy recibimos el gran don de Dios, el Espíritu Santo que llega a la Iglesia universal. Es que el hombre es el único viviente capaz de Dios, pero necesita del Espíritu divino, como el ojo necesita de la luz, el oído del sonido, el olfato del olor. En otras palabras, en nuestro interior tiene que haber deseo, disposición ardiente del corazón y el mérito de un obrar recto en obediencia a los mandatos de Dios.
Hoy recordamos Hechos de los Apóstoles y el ambiente de Pentecostés hace dos mil años, cuando escuchaban los apóstoles las enseñanzas de la Palabra, vivían en unidad, en fraternidad; perseveraban en oración en la fracción del Pan y estaban con María.
Descubramos a partir de la solemnidad de Pentecostés, con la cual se cierra todo el ciclo de la Pascua, siete grandes acciones que el Espíritu Santo realiza en nuestra vida.
La primera, Él es como su nombre lo indica, Él santificador por excelencia. Es que la gran misión del hombre es santificarse, apartarse del pecado o como dice san Pablo en la carta a los Efesios: “Alcanzar la estatura de Cristo, el hombre perfecto”. Recuerda que la Iglesia no la han renovado los Papas, los obispos, los sacerdotes, los laicos; sino que la Iglesia ha sido renovada e impulsada por los Papas, obispos, sacerdotes y laicos santos con la fuerza de Dios.
Hoy pidamos no como un ideal inalcanzable, sino como un llamado universal, santificar nuestra vida, llenarnos de luz y prestar este servicio de iluminar y guiar la vida de los demás.
Pero hay un segundo verbo en donde se descubre la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, Él es el Sanador por excelencia: sana el alma, sana el cuerpo, es liberador de vicios, de ataduras. El Espíritu Santo otorgó poder a los apóstoles para perdonar pecados y sanar el alma interiormente, sólo por esa sanación se alcanza una paz abundante, más allá de la carga de angustias y problemas que manejan los hombres y mujeres de hoy.
En una tercera acción, descubrimos que el Espíritu Santo es unificador. En palabras del Papa Benedicto XVI: “El Espíritu Santo es el amor que crea comunión y fraternidad entre los hombres”. Frente a la imagen bíblica de la torre de Babel, donde todo eran rivalidades, competencias por el egoísmo y el orgullo humano, se opone la imagen de los apóstoles con María en Pentecostés, donde el Espíritu Santo los une. Y más allá de la diversidad de lenguas todos entienden, porque hablan el mismo lenguaje, el lenguaje universal del amor.
Hoy pidamos en el seno de los matrimonios, de las familias, que el fruto del Espíritu Santo, la unidad, perviva sobre los conflictos, las divisiones por pequeñeces, que a veces se generan en el seno de nuestros hogares.
Un cuarto verbo que señala la acción del Espíritu Santo en nuestra vida y en la Iglesia, es como el Espíritu Santo es iluminador, enseña, guía, es el maestro interior que nos conduce a la verdad completa. Nos lleva a un conocimiento profundo de Dios, que aprendimos inicialmente por labios de Jesús y por su mensaje consignado en los evangelios. Pero es el Espíritu Santo el que nos comunica esa sabiduría, para ver todo en la vida con los ojos de Dios. Cuando a veces te sientes perdido, despistado en la vida, sin saber cómo asumir tu existencia, pide las luces del Espíritu Santo, para tomar las mejores decisiones sobre tu trabajo, tu matrimonio, tu propia vida.
En una quinta acción del Espíritu Santo, Él es definido como el Consolador, si lo queremos llamar el fortalecedor. Reconozcamos que todos los miedos de los apóstoles después de Pentecostés, fueron superados. El cobarde Pedro, que había negado tres veces a Jesús, luego fue el corajudo apóstol que lleno de parresía, entrega su vida y es crucificado cabeza abajo por anunciar el nombre del Señor.
Es que nadie consuela y nadie fortalece como lo hace el Espíritu de Dios, nos da esa libertad interior, esa parresía y coraje, aún en las persecuciones, incomprensiones y desprecios del mundo, nos da ese fuego interior para hablar públicamente, a tiempo y a destiempo. No te dejes abatir por las dificultades, descubre como el Espíritu Santo consuela y fortalece tu espíritu como nadie más lo sabe hacer.
En una sexta acción, el Espíritu Santo es sobre todo abogado intercesor, de ahí la expresión griega: parakletos, el que se pone a nuestro lado para defendernos del mal y del pecado; ora en nosotros con gemidos inefables, somos realmente conducidos por el Espíritu, para reconocernos hijos de Dios que claman a Él ¡Abbá!, ¡Padre!
Hoy pide la intercesión del Espíritu, en todas las búsquedas que tengas en tu vida, Él es el abogado que te defiende y presenta batalla por ti, cuando te sientas tentado de desánimo y desesperanzas.
Terminemos nuestra reflexión afirmando, que el Espíritu Santo es Señor y dador de vida. Recordamos con Romanos 5, 5, como el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, gracias al Espíritu Santo que se nos ha dado. Es que somos vivificados por la fuerza del amor divino, renovados con alegría, Él nos hace nuevas criaturas, nueva creación, y esto es tal vez de las acciones más hermosas que podemos encontrar en la vida personal.
Siete verbos, siete acciones del Espíritu de Dios en este Pentecostés para pedir hoy en tu vida. Él es el Santificador uno, el Sanador, Curador, dos, el Unificador, tres, frente a las divisiones, el Iluminador, cuatro, que enseña y guía el camino de la vida, el consolador, fortalecedor, cinco, que nos ayuda a superar miedos e incertidumbres. Él es el Intercesor, abogado, seis, que ora por nosotros y Él es siete, el Señor y dador de una vida nueva, que sólo conocemos por su acción en nuestro ser, en nuestro interior.
Deseándoles a todos un Pentecostés personal, que la vida del Espíritu Santo inunde sus corazones.
Les bendecimos en este día, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Consolador, Dador de vida, Espíritu Santo, Iluminar, Intercesor, Pentecostés, Sanar, Santificar, Unificar, Biblia, Evangelio