¡Toda autoridad viene de Dios!
dc.contributor.author | Fundación Amén Cominicaciones | |
dc.date.accessioned | 2024-01-11T15:12:34Z | |
dc.date.available | 2024-01-11T15:12:34Z | |
dc.date.issued | 2024-01-09 | |
dc.description | TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES El evangelista san Marcos nos presenta un episodio de Jesús, con sus discípulos que entraron en Cafarnaúm y el sábado siguiente fueron a la sinagoga a enseñar. Llama poderosamente la atención, que la gente escuchaba con mucho agrado y atención a Jesús, y decían: “¿Por qué la fuerza en las palabras de este maestro, de este rabino, que no habla como los demás escribas, sino que habla con autoridad? Esta misma expresión, autoridad, la volverá a repetir en este mismo texto el evangelista Marcos, cuando habla: “De que los espíritus malos, salen de los endemoniados, obedecen a Jesús y que ese enseñar y actuar con autoridad, es nuevo y nunca lo habían conocido en los maestros y líderes religiosos de Israel de la época”. A propósito de esto, descubramos tres verdades para nuestra vida, aplicables al siglo XXI. El primero primer mensaje, estamos llamados a enseñar a los demás con autoridad como lo hizo Jesús: los padres de familia sobre sus hijos, los maestros sobre sus estudiantes, los empresarios sobre sus empleados, los sacerdotes sobre su feligresía, los gobernantes sobre sus ciudadanos. Pero es que este enseñar con autoridad de Jesús, se fundaba en tres verdades. La primera, Jesús era un hombre lleno de unción, esto es, lleno de la fuerza del fuego del Espíritu Santo, que había recibido en el bautismo como también nosotros lo hemos recibido el día de nuestro bautismo, pero que alimentaba continuamente en la oración, en la relación de intimidad con el Padre Dios. Pero hay un segundo aspecto de la autoridad con la que enseñaba y actuaba Jesús, de la cual debemos de aprender, y es que Jesús tiene autoridad porque su testimonio, su ejemplo de vida, es coherente. La coherencia es la congruencia entre lo que pensamos, hablamos y actuamos, porque a veces pensamos de una manera, pero hablamos y actuamos de otra distinta, o pensamos y hablamos en un sentido, pero actuamos en sentido contrario. Eso lo hacían los escribas, lo hacían los maestros de la época, y de hecho Jesús llama la atención sobre ellos indicando, aprendan de sus enseñanzas, pero no sigan su ejemplo de vida. Finalmente, una tercera actitud del enseñar y el vivir con la autoridad de Jesús, más allá de la unción del Espíritu Santo y del testimonio coherente de su vida, está en que Jesús, antes que predicar a los demás, se predicaba a sí mismo, y antes que corregir a los demás, exhortar a los demás, se corregía y se exhortaba a si mismo. Recordamos el viejo aforismo de la sabiduría popular que afirma: “Médico, cúrate a ti mismo”. Y parte de esa dimensión de la autoridad en la vida, es que nosotros, todo lo que hablemos, busquemos en primera instancia, aplicarlo a nosotros antes que a los otros. Es que somos muy buenos, juzgando de los defectos, de la corruptela, de las incoherencias de los demás; nos da cierta satisfacción y hasta nos da una falsa idea de que somos mejores y distintos de los demás, esto es puro fariseísmo. Jesús siempre se miraba primero a sí mismo y cuando hablaba de misericordia, es porque Él primero había practicado la misericordia, cuando hablaba de cargar la cruz, es porque Él primero había cargado cruz en su vida. Pero pasemos a un segundo aspecto del evangelio, donde hoy descubrimos que ese espíritu inmundo, que llenaba a un pobre hombre, a un poseso, tiene una particularidad, reconoce a Jesús aún antes que los llamados judíos piadosos o religiosos, que no tienen la capacidad de reconocer a Jesús, como el Hijo de Dios. En efecto, el espíritu inmundo grita ante las palabras de Jesús y le dice: “¿Qué quieres de nosotros Jesús Nazareno?, ¿has venido a acabar con nosotros?, sabemos quién eres, el Santo de Dios”. Qué curioso, que las personas piadosas, buenas, a veces tienen incapacidad, ceguera, limitaciones, para reconocer el bien y la bondad, en personas cercanas. La vida de los santos, que fueron a veces tan perseguidos por compañeros de comunidad, de hermanos sacerdotes o hermanas religiosas, por superiores jerárquicos e incluso obispos, nos muestra cómo, las personas buenas a veces son más ciegas, más incapaces, para reconocer, la grandeza, la verdad de un santo, que el espíritu del mal que inmediatamente sí lo reconoce. En Jesús, justamente las autoridades político religiosas, no reconocieron su mesianismo, y al contrario, el espíritu malvado que poseía un hombre lo reconoce: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que vienes a destruir el mal”. Una reflexión siempre actual, de ayer, de hoy y de siempre, que nos pone a pensar si nos llamamos personas buenas, a cuantos hemos desconocido en la bondad de sus acciones, en la santidad de su vida, por nuestra ceguera espiritual. Concluyamos nuestra reflexión, mirando que la autoridad de Jesús es definitiva sobre el mal y que la gente se admira profundamente, queda maravillada, queda asombrada, cuando Jesús le dice al espíritu del mal: “Sal de este hombre” y el espíritu le obedece. Nos dice el evangelista Marcos que la fama de Jesús se extiende y la gente lo admira. Y hoy, podemos hacernos una reflexión a propósito de este texto último, ¿por qué nos deslumbra tanto un exorcismo?, ¿pero por qué no nos deslumbra tanto la liberación del mal, que alcanzamos en el sacramento diario de la confesión? Es que cuando tú vas donde un sacerdote, ministro de Dios, a confesar tus pecados, a celebrar el sacramento de la confesión o sacramento de la reconciliación, hay una verdadera liberación del mal. Pero nos parece que esto es tan corriente, tan de la vida ordinaria, que no nos deslumbra, o quizás peor, no le creemos al sacerdote diciendo, es que él es pecador, olvidando que Jesús, precisamente, precisamente, a unos pecadores empezando por Pedro que lo había negado tres veces y el resto de los apóstoles, y sin tomar en cuenta que eran hombres pecadores, les dio el poder, les dio la autoridad divina, para perdonar pecados. Es que decir, yo no me confieso con el sacerdote porque es pecador, es como decir, yo no voy donde el médico porque se enferma o yo no creo en el matrimonio porque conozco unos amigos que se divorciaron; es que la belleza y la verdad del sacerdocio no se pierde, porque tengamos pecados los sacerdotes, que todos somos pecadores en esta tierra. La belleza y la verdad de la medicina no se pierde, porque un médico se enferme, que todos somos frágiles; y la belleza, y la verdad y la bondad del matrimonio no se pierde, porque algunos se divorciaron y no supieron manejar sus conflictos de pareja. Hoy, maravillémonos, no sólo con el exorcismo que hace Jesús, que con autoridad le dice al espíritu inmundo: “Sal de este hombre”, sino que hoy, en el siglo XXI, maravillémonos, de los sacerdotes que siendo frágiles y pecadores como lo somos todos, como lo somos todos los seres en esta tierra, tienen poder, dado directamente por Cristo, para sanar, para liberar del mal, para perdonar los pecados. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. | |
dc.description.abstract | REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Marcos 1, 21-28 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: -«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús lo increpó: -«Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: -«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.» Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús. | |
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dc.subject | Amor | |
dc.subject | Autoridad | |
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dc.subject | Enseñar | |
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dc.subject | Jesús | |
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dc.title.alternative | Autoridad en Dios |
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