¡Rebeldes!

Abstract
REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 5, 31-47 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; las obras que el Padre me ha concedido realizar, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿Cómo daréis fe a mis palabras?» Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Hace algún tiempo celebraba una misa de exequias, con ocasión de un joven que se había quitado la vida. Al final de la Eucaristía se acerca quien era la novia del joven un poco apesadumbrada, porque el día en que su novio se había suicidado, ella en la madrugada había peleado con él. La escuché en su dolor de novia, tal vez con alguna culpa interior, porque no supo manejar la situación emocional con su novio, que le llevó a este último a quitarse la vida; y al final después de escucharla, a esta joven universitaria, ofrecí darle la bendición, ella la rechazó y me dijo: “No creo en las bendiciones, ni en las cosas de Dios”. Simplemente entonces, buscando tender un puente humano, ofrecí darle un abrazo de consuelo y ella me dijo: “Eso sí se lo acepto, deme el abrazo consolador, pero no me dé bendiciones”. La escena no podía ser más dura, estábamos en el templo parroquial, justo acababa de escuchar la misa de las exequias de su novio, y aun así con rebeldía, rechazaba abiertamente la bendición de Dios que la pudo haber consolado y sanado en una culpa que pudiera tener por la muerte de su novio, al haber peleado el mismo día en que él se quitó la vida. Esta sencilla anécdota me hace pensar, en cuánta rebeldía hay hoy frente a Dios, de personas que muchas veces sin argumentos, por lo que escuchan en la calle, por documentales totalmente sesgados y con un matiz anticristiano o anticatólico, comen cuento, tragan entero, se dejan lavar el cerebro y en definitiva, pierden el tesoro más grande, la fe en Dios que les puede ayudar en momentos definitivos de su vida. Es lo que aconteció un poco en el libro del Éxodo, en la primera lectura de hoy, al pueblo de Israel, cuando Dios le habla a Moisés y le dice: “Baja de la montaña que tu pueblo se ha pervertido, el que sacaste en el camino a la libertad, lo libraste de Egipto”. Y dice Dios a Moisés: “Pronto se han desviado del camino que les había señalado, se han construido un becerro de metal, se posan ante él y ofrecen sacrificios y proclaman, este es tu Dios, Israel, este becerro de metal es el que te sacó de Egipto”. Se enciende la ira de Dios ante este pueblo de dura cerviz y habla de encender contra ellos su ira hasta consumirlos, pero Moisés suplica al Señor por su pueblo: “No se encienda tu ira contra la rebeldía de mi pueblo, que tú con gran misericordia sacaste de Egipto, no sea que los egipcios se rían, que los sacaste a la libertad para hacerlos morir en el desierto”. Y Moisés, culmina su plegaria de súplica diciéndole al Señor: “Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo, recuerda la promesa que hiciste de multiplicar su descendencia para siempre”; y termina el texto de Éxodo diciendo: “Dios se arrepintió de la amenaza, que había pronunciado contra su pueblo”. Hoy tenemos que interceder a la manera de Moisés, por tantas personas que por soberbia, unas, totalmente engañadas y ciegas, otras, por ignorancia y desconocimiento porque no han experimentado el amor de Dios, otras más, se han alejado de la fe, es más, son contestatarios, cuestionadores, hostiles, agresivos contra cualquier forma de fe religiosa. Pero eso no es solamente en tiempos de Moisés o en los tiempos actuales, sino que en tiempos de Jesús, Él reclamaba a su pueblo: “Si Yo doy testimonio de mi mismo, no me crean, pero si mi Padre Dios es el que da testimonio de mí, porque no han de creerme; no doy testimonio por lo que afirme un hombre de Mí, y ustedes le dan testimonio a lo que señalen los hombres. El que da testimonio de mí es el Padre Dios”. Y Jesús, un poco adolorido, quizás desencantado y desengañado de los suyos y de su rebeldía, afirmará en el evangelio de hoy: “No recibo gloria de los hombres, además los conozco en su corazón y sé que el amor de Dios no está en ustedes”. Me impresiona profundamente esta afirmación del capítulo 5 de san Juan, porque hoy con toda seguridad, detrás de personas que se les volvió vicio, moda, criticar la Iglesia, el cristianismo, la fe religiosa, y se sienten modernas, progresistas, muy fashion, muy de moda, muy de los tiempos actuales, mostrando desprecio por lo religioso; podríamos decir de estas personas como lo dijo Jesús: “Les conozco su corazón y sé que no han conocido el amor de Dios, que el amor de Dios no está en ustedes, porque el Padre de los cielos, a través de Jesús y de sus enviados ha venido, pero no lo han recibido”. Hoy, frente al sufrimiento que tienes por la rebeldía religiosa o la rebeldía frente a la autoridad que tienen algunos hijos frente a sus padres, algunos alumnos frente a sus maestros, algunos fieles frente a sus sacerdotes, algunos ciudadanos frente a los gobernantes; en el fondo detrás de la rebeldía, más allá de soberbia de la vida que es un engaño, hay sobre todo desconocimiento, ignorancia de la experiencia más maravillosa que puede vivir un creyente que acontezca en su vida, que experimente en su ser profundamente el amor transformador, el amor maravilloso de Dios. Hoy, lejos de juzgar a quienes critican, denostan, denigran, desprecian la Iglesia, los sacerdotes, las religiosas, los bautizados, la fe católica; oremos como lo hizo Moisés por su pueblo, que se hicieron un becerro de metal diciendo: “Aquí está el Dios que nos ha dado la libertad de la vida”, y desconociendo al Dios verdadero. Hoy, oremos pidiéndole al Padre Dios: sana de la ceguera espiritual, por tu ternura ablanda la dureza y rebeldía de corazón y has experimentar a los hombres y mujeres de hoy, las delicias de tu amor; no son personas malas, simplemente por ignorancia, por ceguera, quizás por orgullo de la vida moderna, de la tecnología, del conocimiento científico, de un poco de dinero, de juventud, creen no necesitar de nada, ni de nadie. ¡Qué equivocados estamos!, oremos unos por otros, porque el creyente, los creyentes sabemos, que con Dios todo lo tenemos, que como decía la mística Teresa de Jesús: “Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Ceguera espiritual, Desconocimiento, Dureza de corazón, Ignorancia, Rebeldía, Soberbia, Biblia, Evangelio
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