¡Agradece, vive, espera en Dios!

Abstract
REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 2, 22-40 Lecturas del día de hoy: Primera Lectura: Si 2-6.12-14: El que teme al Señor honra a sus padres. Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo del día de hoy: Salmo 127, 1-2.3.4-5: ¡Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos! ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás el fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos! Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos! Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos! Segunda lectura del día de hoy: Lectura Col 3,12-21: La vida de familia vivida en el Señor. Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos. Evangelio del día de hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2, 22-40: El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría. Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: -«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Finalizamos un nuevo año en nuestra vida y nos preguntamos qué misterio es el tiempo, ¿somos acaso nosotros los que pasamos frente al tiempo?, o ¿es el tiempo el que pasa frente a nosotros?. Y tendríamos que decir que el tiempo es el mejor amigo cuando lo usamos bien, y cuando este año que termina ha sido fecundo, fructífero, o también pudiéramos decir que el tiempo es el enemigo más punzante de la conciencia, cuando lo dilapidamos, lo malgastamos. Hoy te propongo a propósito de este último día del año, una reflexión en tres sentidos. El primero, agradezcamos el año que hoy termina, agradezcamos todo lo bueno que ha acontecido en este año, para nuestra familia, en nuestra salud, en nuestro estudio o empleo, en la amistad, en nuestro crecimiento humano y espiritual; y aprendamos a decir como san Pablo a los Corintios: “¿Qué tenemos que no hayamos recibido de Dios y si todo lo hemos recibido de Dios, de qué nos podemos enorgullecer?”. Por eso el agradecimiento tiene que ser con humildad, porque todo es bondad de Dios. Pero agradezcamos también aquellas situaciones difíciles que vivimos a lo largo del año que ya termina; quizás estuvimos enfermos, pero esto nos llevó a ser más fuertes, quizás no tuvimos el mejor empleo o estuvimos desempleados, pero esta situación nos llevó a tener más paciencia, quizás vino una separación conyugal dolorosa y difícil, pero esto nos hace reflexionar sobre nuestra propia vida y la madurez afectiva y espiritual que debemos de tener, quizás vivimos la muerte de un familiar, de un ser amado, pero esto nos ha llevado a buscar el consuelo y la esperanza solo en Dios. Pero además de agradecer lo bueno y también lo malo y doloroso de este año, aprendamos a agradecer: lo simple, lo cotidiano de cada día, el ver, el escuchar, el comer, el respirar, el caminar; tantas funciones biológicas que realizamos cotidianamente, y a veces no somos conscientes de ellas. Pero también agradezcamos lo cotidiano del mundo, el amanecer, el sol mañanero, la luna nocturna, la nube, el viento; tantas realidades simples, de los pájaros que vemos en la mañana, las flores, la arboleda, el follaje de los árboles y demás. Dios nos ha dado un mundo hermoso y en otros lugares donde hay guerra, donde hay desiertos, donde hay destrucción, quizás no disfrutan de aquello simple que tú y yo hoy tenemos. Pero en un segundo momento te invito, a que en este último día del año 31 de diciembre, aprendamos a vivir con intensidad y compromiso el presente. A veces pensamos que tendremos familia para toda la vida y olvidamos que la familia en algún momento se puede ausentar o simplemente desintegrar. Por eso, hoy dile a los tuyos que los amas, sin esperar un día especial, una situación ideal, un cumpleaños, un día de madres; hoy es un buen día y cada día para decirle a los tuyos los quiero. Me ha llamado la atención en algunos velorios, cómo se duele un hijo por la muerte de su madre y le dice en el ataúd, mamá, cuánto te quiero, y le pregunto, ¿en vida se lo dijiste?, y me contesta, pues no se lo dije, pero ella lo sabía. Hoy te invito, para que no solamente lo presupongas, dile a tu madre, a tus hijos, a tu cónyuge, a tus hermanos: los quiero, los amo, son importantes para mí, pero díselo no sólo con palabras, sino también con hechos. Vivir con intensidad y compromiso el presente, es decirle hoy a un ser con el que te has lastimado, perdóname, no esperes a que se enferme y tenga una gravedad, no esperes a que parta a estudiar, trabajar o vivir en otro país, para decirle perdóname. Como el orgullo y el amor propio herido, nos hace incapaces y nos bloquea para pedir perdón; por eso hoy es un buen día, en un mensaje de texto, como lo señalaba el pasado 24 de diciembre, en una carta o de manera personal decirle a alguien, perdóname, no vale la pena que estemos disgustados. Hoy también vives el presente, cuando aprendes a orar a Dios por los tuyos. A veces hay situaciones difíciles, que no se pueden remediar sino dejando que el paso del tiempo acontezca; pero ora por esa persona, ora por esta situación, ora por el temperamento difícil y conflictivo de ese ser humano que amas, ora que la única oración ineficaz, infecunda, es aquella que se deja de hacer, que no se realiza. No dejemos de orar cada día por nosotros, por los seres que amamos, por el mundo, por el sufrimiento de tantas personas buenas, compromete tu presente orando hoy, por tantas personas que necesitan de tu plegaria. Finalmente en ese segundo punto, además de amar, perdonar y orar hoy, aprende a compartir hoy la vida. No te quedes simplemente trabajando, no te quedes simplemente con amistades, no te quedes simplemente con relaciones políticas o sociales. Aprende a valorar las personas que están a tu lado, la familia, los que te han hecho el bien, aquellas personas que han permitido que tú llegues hasta este momento de la vida; hoy es un día para vivirlo con intensidad, compartiendo con ellos. Apaga tu teléfono móvil, deja de mirar mensajes en WhatsApp y comparte mirando a los ojos las personas que tienes cerca de ti, que quizás, para el próximo 31 de diciembre no estén contigo. Pero además uno, de agradecer el pasado, dos, de vivir con intensidad el presente, tres, te invito a mirar con esperanza el futuro, el mañana que no está lejos, de hecho hay que decir, el mañana de un nuevo año es mañana. Esto es literal y te invito a que el nuevo año lo mires con esperanza, la esperanza que no se apoya en meras expectativas u optimismos humanos, sino en la esperanza que se apoya en Dios, Dios que se hace hombre, el Emmanuel, la Navidad que estamos celebrando y Dios que vence la muerte y ha resucitado por el Padre de los cielos, más allá de la cruz y del sepulcro, el misterio de la Pascua. Que la Navidad que ahora celebramos y la Pascua que vivimos en Semana Santa, nos ayude a entender que nuestra esperanza no es ingenua, no es absurda, no es una utopía, no es una quijotada; nuestra esperanza cierta es en Jesús, que no falla en sus promesas, que no se desdice en su amor, que siempre nos acompaña, que siempre está a nuestro lado. Para todos y anticipadamente, un bendecido año nuevo, lleno de prosperidad, de paz, de alegría y de esperanza para todos. Y la bendición del Señor para ustedes, su familia, su empleo, sus proyectos personales, su salud, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Agradecer, Dios, Decir, Esperar, Promesas, Refugio, San Lucas, Vida nueva, Biblia, Evangelio
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