¿Qué ocurrió debajo de la higuera?
Date
2023-01-05
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Juan 1, 43-51
Lectura del día de hoy
De la primera carta del apóstol san Juan 3,11-21:
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas.
No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Salmo del día de hoy
Salmo 100/ 99,1-5:
Aclama al Señor, tierra entera.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.
Aclama al Señor, tierra entera.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
Aclama al Señor, tierra entera.
«El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»
Aclama al Señor, tierra entera.
Evangelio del día de hoy
Del santo Evangelio según san Juan 1, 43-51:
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice:
– «Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice:
– «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó:
– «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó:
– «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
– «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta:
– «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
– «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
– «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
– «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió:
– «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
Encontramos la preciosa carta tomada de la primera carta del apóstol san Juan del capítulo 3, versículos 11 al 21, que la liturgia de la Iglesia nos presenta en este día, cuando afirmará, en palabras del apóstol Juan: “Este es el mensaje que han oído desde siempre, que nos amemos unos a otros”. Invita San Juan a que no procedamos como Caín, que procedía del maligno, del demonio, y por eso asesinó a su hermano, porque sus obras eran malas, mientras las obras de su hermano Abel eran justas y agradables a Dios.
Luego Juan, que es tan denso y tan profundo en su intuición teológica, en su experiencia de Dios, afirmará: “No les sorprenda hermanos que el mundo los odie, es parte de la dinámica de la vida, lo hicieron con Jesús, no esperemos nada distinto los seguidores del Señor”.
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos, y afirmará de manera categórica una frase perturbadora si se quiere, pero profundamente disidente: “El que no ama permanece en la muerte”.
Hoy preguntémonos en los primeros días de este nuevo año, ¿si nuestro corazón hay amor?, o si, por el contrario, estamos muertos interiormente. Y para que no queden dudas sobre esta afirmación, continuará san Juan en su primera carta, diciendo: “El que odia a su hermano es un homicida, y ya saben que ningún homicida lleva permanentemente en sí, la vida eterna de Dios”.
Hoy, como un gran propósito de nuevo año, preocúpate, preocúpate, por no alimentar, por no guardar, por no engordar, rencores, rabias, resentimientos contra nadie. No podemos caer en esa trampa de enfrentar: hombres contra mujeres, mujeres contra hombres, jóvenes contra mayores, mayores contra jóvenes, ricos contra pobres, pobres contra ricos, empleadores contra empleados, empleados contra empleadores. No podemos fragmentar más nuestra sociedad, es del diablo, no es de Dios toda división que se fomente desde la ideología o desde ciertas políticas.
Pero continúa esta carta preciosa de san Juan, diciendo: “Hemos conocido el amor de Dios a partir de un hecho puntual, en que Dios en su Hijo Jesucristo dio su vida en la Cruz por nosotros”. Y nos invita a renglón seguido: “También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos”. Concluirá la carta diciendo: “Hijos míos, no nos amemos solo de palabra, de labios, sino con la verdad y con las obras de cada día”.
Pero avancemos en nuestra reflexión y miremos el texto lindo, del Evangelio también de San Juan, ya no su primera carta, sino el evangelio propio del apóstol, cuando en un llamamiento a Felipe, a su seguimiento, a seguir a Jesús, este, Felipe, se encuentra con Natanael y le dice: “Aquél del que profetizaron Moisés en la ley, y los mismos profetas del antiguo testamento, lo hemos encontrado”.
Andrés, es el cauce, es él la intermediación, el intermediario, para que Natanael o Bartolomé encuentren a Jesús. Felipe le contesta: “Ven y verás”, a la pregunta de Natanael ¿si de Nazaret puede salir algo bueno?, porque sabían que el gran rabino que querían seguir era originario de Nazaret. La respuesta de Jesús al ver a Natanael, no puede ser más impactante: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño, un hombre limpio de corazón”.
Natanael, que estaba hasta cierto punto reticente a recibir a Jesús, que lo había cuestionado por su origen nazaretano, sé quebranta y le pregunta: “¿De dónde me conoces?”, y Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estaba debajo del arbusto de la higuera”. Esto lleva, a que ella Natanael quebrante su corazón, a que pase de la incredulidad o una vida creyente, a que dé un paso del escepticismo a la fe.
Nos preguntamos ¿qué ocurrió tan especial debajo de la Higuera?, no lo sabremos sino en la vida eterna, por ahora es un secreto entre Jesús y este nuevo apóstol, Natanael. Simplemente sabemos, que él, quebrantado, Natanael, hace una profesión de fe, de Jesús, diciéndole: “Rabí, Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el verdadero Rey de Israel”.
Jesús simplemente le dice: “Por qué te he dicho: que alcance a verte debajo de la higuera, ¿ahora tienes fe, ahora crees?”, y le hace una promesa bendición: “Te lo aseguro, has de ver cosas mayores”. Y añadirá Jesús: “En verdad, en verdad les digo: verán cielo abierto y a los ángeles de Dios, subir y bajar, sobre el Hijo del Hombre”. Tú y yo, tenemos momentos de nuestra vida, como Natanael que debajo de la higuera somos de alguna manera, desnudados en nuestro ser profundo, y somos reconocidos por Jesús.
Hoy, más allá de preguntaros qué aconteció debajo de la higuera, digámosle al Señor al comienzo de este nuevo año: guíame, Tú eres mi Señor, Tú eres mi Maestro, Tú eres el Hijo del Dios vivo.
Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Ángeles de Dios, Arbusto, Cielo, Fe, Higuera, Hijo de Dios, Hijo del hombre, Incredulidad, Rey de Israel, Vida creyente, Biblia, Evangelio