¡No caigas en el Fariseísmo!

Abstract
REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Mateo 23, 1-12 En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: hagan y cumplan todo lo que les digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Atan cargas pesadas y se las cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”. Ustedes, en cambio, no se dejen llamar “rabbí”, porque uno solo es su maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen padre de ustedes a nadie en la tierra, porque uno solo es su Padre, el del Cielo. No se dejen llamar maestros, porque uno solo es su Maestro, el Mesías. El primero entre ustedes será su servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES No encontramos en todos los evangelios, un capítulo más cáustico, más ácido, más crítico y más fuerte contra los fariseos, que el capítulo 23 del evangelista según san Mateo. Es que Jesús, ese gran sabio, ese profeta, ese mesías salvador que pasó por la tierra hace 2000 años, amó al pecador, amó a los pobres, amó a los enfermos, amó a los discípulos, amó a su familia, amó a los niños, a los pequeños de corazón; pero nunca pudo tragarse completamente a los fariseos de su tiempo, aquellos que eran una casta socioreligiosa que fungían como hombres sabios, piadosos y buenos, pero estaban cerrados en su corazón. El fariseísmo que es una expresión muy de la cultura religiosa de hace 2000 años, pero que ha hecho carrera en 20 siglos; lo asociamos con un tipo de comportamientos humanos y de actitudes del corazón, que podemos sintetizar en cinco grandes descripciones, los fariseos de ayer, los fariseos de hoy, los fariseos de siempre. Una primera caracterización de ellos, es su apegamiento a la ley, a la norma, el ser cumplidores fieles hasta el extremo, hasta el escrúpulo, de normas sociales, de normas religiosas, de normas morales y éticas, para fungir y aparecer ante los demás, como hombres justos, probos, íntegros, piadosos. Se apoyan en la ley, es más, usan la ley a su favor, para poderse escudar en ella y cuestionar a otros. Pero una segunda caracterización de los fariseos de todos los tiempos, es su vanidad, su orgullo, su gusto por aparentar en lugares, puestos de honor, lugares públicos en las sinagogas, primeras bancas o sillas en los banquetes de honor, vestidos lujosos, títulos honoríficos; eso es muy del fariseo, la vanidad, la apariencia, el orgullo, el ser mostrones ante los demás. Una tercera caracterización de los fariseos de siempre, es su gran incoherencia, entre el hablar, el vivir, el actuar; es lo que llamamos la hipocresía, pensar de una manera, hablar de otra manera y actuar de otra. Una incoherencia, una incongruencia, un divorcio entre su vida exterior y la vida interior, las verdaderas intenciones que hay en el corazón. De hecho, cuando hablamos de una persona que es muy política, decimos de alguien que no deja conocer verdaderamente su conveniencia, sus intenciones interiores y que exteriormente actúa de manera sinuosa, como el movimiento de las víboras o las serpientes, para que no se reconozca qué camino es el que sigue. En una cuarta caracterización de los fariseos de todos los tiempos, está ese gusto por fungir como jueces de la vida de los demás, sin trabajar necesariamente en la rama o en un sistema o estructura judicial, les encanta mirar, hablar, juzgar, señalar y condenar, de todos y de todo. De todos como personas y de todo como situaciones o temáticas particulares. Tengamos miedo, de aquellas personas que viven haciendo supuestamente denuncias de los demás, denuncias contra los otros; habrá que revisar cómo es su vida moral, cómo es su vida personal, cómo es su vida privada. Jueces de los demás le sobran al mundo, cumplidores del amor le faltan a nuestra sociedad. En un quinto y último aspecto del fariseísmo de todos los tiempos, está el cerrar el corazón a la conversión, cerrar el espíritu a Dios, porque creer, se cree equivocadamente, que todo está bien hecho, que la manera como vivo, como actúo, como cumplo de cara supuestamente a Dios, es la manera adecuada; cauterizo mi conciencia, cierro mi espíritu a Dios y por eso pierden su salvación, no porque Dios les niegue misericordia, sino porque el fariseo encerrado en su pequeña verdad, que en el fondo es un engaño, se cierra a la salvación de Dios. Hoy pidamos con el salmo que nos propone la liturgia en este día, hacer oración con este texto: “Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios”. Y con el salmista oremos diciendo: “No te reprocho tus sacrificios pues siempre están tus holocaustos ante mí, pero no aceptaré un becerro, un animal de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños, porque recitas mis preceptos y tienes en la boca mi alianza”. Podemos agregar al estilo de los mejores fariseos: “Tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandamientos”. Y concluimos diciendo: “Sólo al que sigue buen camino, Dios le hará ver su salvación”. El Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Actuar, Cumplidores de la ley, De otra manera, Extremo, Excrupulosos, Hablar, Jueces del otro, Pensar, Biblia, Evangelio
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