¡Feliz año nuevo 2025!

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2025-01-01
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 2, 16-21 Lecturas del día de Hoy: Santa María, Madre de Dios, solemnidad Primera Lectura: Nm 6, 22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas y los bendeciré. El Señor habló a Moisés: -«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.» Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.» Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo del día de Hoy: Salmo 67/66, 2-3.5.6.8: El Señor tenga piedad y nos bendiga. El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. El Señor tenga piedad y nos bendiga. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. El Señor tenga piedad y nos bendiga. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. El Señor tenga piedad y nos bendiga. Segunda Lectura: Ga 4, 4-7: Dios envió a su Hijo nacido de una mujer. Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama; «¡Abba! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. Palabra del Señor. Te alabamos Señor Evangelio del día de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2, 16-21: Encontraron a María y a José y al niño. A los ocho días le pusieron por nombre Jesús. En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Con inmensa alegría celebramos la llegada de un nuevo año a nuestra vida. Volteamos el calendario de nuestra historia personal y del mundo entero y de la mano de Santa María, Madre de Dios, cuya solemnidad litúrgica celebramos en este día, encomendamos todos los proyectos y esperanzas que tenemos para el nuevo año. De manera particular, hoy la Iglesia hace oración en la Jornada Mundial de Reflexión sobre la Paz, con el lema que ha propuesto el Papa Francisco: ¡Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz! Quisiéramos hacer en este año una reflexión particular en tres sentidos. La primera, aprendamos a agradecer a Dios todo lo acontecido, lo ocurrido en el año que ha finalizado: alegrías y desventuras, momentos de triunfo y también de derrota que todos ellos son aprendizajes para nuestra vida y no meras cargas en el corazón que nunca debemos sobrellevar. Pero además de aprender a agradecer todo el tiempo transcurrido en el año 2024 que ya finalizó, aprendamos a mirar con esperanza el nuevo año 2025. Más allá de los desafíos por las guerras, por la crisis climática, por las situaciones económicas particulares de distintas naciones, por la crispación social; aprendamos a mirar con esperanza la vida. Y la esperanza tiene un punto, un eje central, y es que Cristo ha vencido la muerte, por su Resurrección ha triunfado sobre el mayor poder del mal en esta tierra, la muerte. Y esto nos tiene que llenar de una esperanza sobrenatural que no es mero optimismo humano, no son simples expectativas a futuro al cambiar la hoja del calendario de nuestra existencia, sino que es una esperanza fundada en una certeza, Dios acompaña a la humanidad, Dios acompaña mi historia, Dios guía a nuestras sociedades, a veces acompañado, apoyado por el hombre y en otras ocasiones muy a pesar de los hombres y de sus decisiones erráticas. Dios no deja de escribir derecho en los renglones de pecado, renglones torcidos de la humanidad. Por eso celebremos con gozo este nuevo año y saludémoslo con inmensa esperanza, sabiendo que el Señor está con nosotros, y cuando meditamos esa promesa bendición, esa certeza de fe del Emmanuel, el Niño que nos ha nacido y que acompaña nuestra existencia, miraremos los 365 días de este año 2025 que hoy comenzamos, lo miraremos con grande esperanza, con confianza, saludaremos un nuevo año con una gran expectativa, de que todo va a salir bien, porque estamos en las mejores manos, en las manos providentes de Dios. Pero dediquemos un segundo punto y central a la Jornada Mundial de Oración por la Paz. Cuando el Papa, con el título Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz, y en el marco de este Año Jubilar 2025, Año Santo 2025, aprendamos la gracia inmensa de perdonar las ofensas de aquellos que llamamos nuestros detractores, nuestros adversarios, nuestros enemigos. En definitiva, el gran regalo que nos podemos dar en nuestra vida personal es el del perdón a nosotros mismos antes que a los demás; porque cuando perdonamos, sanamos, cuando perdonamos recuperamos la alegría de vivir, cuando perdonamos, gozamos de una mejor salud, cuando perdonamos, dormimos mejor, cuando perdonamos, estamos en comunión profunda con los demás. Hoy estamos heridos por ofensas en el plano conyugal, esto es matrimonial, por heridas en el plano familiar, que la vida me ha enseñado que los grandes dolores en el corazón humano nacen donde hubo primero grandes amores. No dejes que tu vida de familia, los seres que has amado, por diferencias a veces pequeñas, porque se te va a lo profundo del corazón una palabra, una actitud de indiferencia, un desprecio, una ingratitud, o quizás un engaño o traición, no dejes que esta realidad amargue tu corazón, te robe la alegría de vivir. Por eso, solo perdonando a los demás y pidiendo también perdón por nuestras propias faltas, pecados y ofensas que todos somos ofensores, todos somos pecadores, todos somos de barro, sólo perdonando y clamando el perdón de Dios alcanzaremos la paz profunda para nuestras almas. La paz no es solamente el armisticio de una nación frente a otra, la paz no es un pacto de no agresión con misiles, drones, armas estratégicas que contengan o no ojivas nucleares. La paz es sobre todo una actitud del corazón, una mirada distinta frente a la vida y sobre todo, frente a los demás. Cuando dejamos de codiciar, de mirar relaciones humanas desde el dominio o el poder, cuando dejamos con humildad la razón o el argumento o la verdad que decíamos que nos asistía y damos paso a darle una oportunidad a los otros en nuestro corazón, abrimos un camino para la reconciliación y el perdón. Hoy y a lo largo de este año, muchas veces digamos esa palabra portentosa de Jesús en la cruz a propósito de personas que nos hayan lastimado profundamente en nuestro corazón y digamos de ellas repetidas veces: “Perdónales, porque no saben lo que hacen, perdónales porque no saben lo que dicen, perdónales porque no saben con su desamor, con su violencia, con su actitud agresiva, cuánta herida y cuánto daño han causado a mi alma. Perdónales, Señor, porque en el fondo el pecado es ignorancia, desconocimiento del recto obrar”. Terminemos, además, uno, de agradecer y mirar con esperanza el nuevo año. Dos, de clamar el perdón de Dios en esta Jornada Mundial de Oración por la Paz. Tres, recibamos la bendición especialísima que la liturgia de la Iglesia nos ofrece en este día, recordándonos la primera lectura del Libro de los Números, cuando el Señor dice a Moisés: “Que ordene a Aarón y a sus hijos, que cuando vayan a bendecir al pueblo elegido, digan las siguientes palabras” (que hoy las hacemos propias en nuestra vida). Que esta bendición llamada aronitica llegue a tu vida, a tu familia, a tu corazón, deseándote lo mejor, los más grandes parabienes y bendiciones en el nuevo año, y que sepas que Dios no abandona tus luchas, que Dios se compadece de tu vida, que cuando lo sientes más distante y más lejano, es todo lo contrario. Es cuando más cerca, más atento y más pendiente está de tu vida, de proveerte, de sanarte, de cuidarte. Al recibir esta bendición para todos, que el Señor para sus familias, en su salud, para los proyectos laborales y profesionales, en su vida afectiva y emocional, el Señor les dé, les otorgue la más grande de sus bendiciones, y la oramos así: ¡Que el Señor te bendiga y te proteja, que el Señor te muestre su rostro radiante y te trate con bondad, que el Señor vuelva a ti sus ojos y te conceda la paz! Y te bendecimos por el poder divino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Bendecido año 2025 para todos.
Keywords
Año nuevo, Aprende a agradecer a Dios, Nuevos propósitos, Pedir la Bendición del Señor, Perdonar las ofensas, Regalo de la vida, San Lucas, Ver la vida con esperanza, Biblia, Evangelio
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