¡La persecusión te fortalece!
Date
2024-03-15
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Juan 7, 1-2.10.25-30
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
– «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
– «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
El evangelio de san Juan nos presenta, la creciente tensión que se daba entre Jesús y las autoridades de Israel. En efecto nos señalan, que Jesús no andaba solo por Judea, porque las autoridades lo buscaban para matarlo. Luego nos dice que sube a la fiesta judía de las tiendas en Jerusalén, pero no con su familia, sino de alguna forma, de manera secreta; algunos lo alcanzan a ver allí predicando y se preguntan si las autoridades judías han aceptado y se han convencido de su mesianismo, de que Él verdaderamente es el enviado de Dios. Pero ellos mismos, los judíos, desconocen este mesianismo, porque saben de su origen humano, conocen de su familia y tienen entendido, que el Mesías enviado por Dios, no podrá ser conocido en su origen; sin embargo, Jesús hará una precisión: “Aunque aparentemente conozcan mi origen, Yo vengo enviado más allá de mis padres, José y María, vengo enviado por mi Padre del cielo, que es el Dios verdadero”.
En esta misma línea encontramos la primera lectura que nos presenta hoy la liturgia del libro de la Sabiduría, que habla precisamente del odio del hombre malvado contra el justo. En efecto dirá: “Al honrado hay que vigilarlo pues nos resulta incómodo; se opone a nuestras acciones, nos echa en cara el no cumplir la ley, nos reprocha el no vivir según lo educaron, se precia de conocer a Dios y se llama a sí mismo Hijo del Señor. Ese hombre es un reproche para nuestras ideas, su sola presencia nos resulta incómoda, pues lleva una vida distinta de los demás y va por un camino aparte. Nos considera ilegítimos y se aparta de nosotros como si contamináramos; declara dichoso el destino final del hombre justo y se gloría de tener por Padre a Dios”.
Así es como discurren los paganos, los ateos, los increyentes, aquellos que detestan cualquier expresión de vida religiosa, y a renglón seguido afirmarán contra el hombre justo: “Vamos a ver si es cierto lo que dice, miremos en qué para su vida, si es tan honrado, si de veras es el Hijo de Dios, Él lo ayudará y Él lo librará de la mano de sus enemigos. Sometámoslo a la prueba de los insultos, a las torturas, para averiguar si cede en algo y saber qué tanto aguanta el dolor; condenémoslo a una muerte humillante, ignominiosa, ya que según dice, habrá quien lo defienda”. Y concluye el libro de la Sabiduría: “Así discurre, así reflexiona el hombre malvado, pero se equivoca; su propia maldad lo vuelve ciego, no conoce los designios secretos de Dios, no espera la recompensa de una vida santa, ni aprecia la dignidad de una vida sin tacha, sin pecado”.
Todo esto nos muestra, la tensión creciente que se genera entre el hombre malo y el hombre de buen corazón, entre la mentira que cuestiona a la verdad, entre el libertinaje que cuestiona la libertad responsable o con deberes, entre el increyente o ateo que cuestiona al hombre creyente religioso, y en definitiva, es la oposición del mundo a Cristo.
Hoy meditamos en esta realidad y pensamos claramente cómo el Señor vivió esta tensión a lo largo de su vida. Reconozcamos que la persecución del hombre justo por parte del impío, de alguna manera anticipa y refleja el destino de Jesús de Nazareth, rechazado por sus contemporáneos . Es que ellos veían a Jesús como un peligro grave para su seguridad y para todo el montaje religioso que habían montado.
Hoy, descubramos que si bien los judíos en varias ocasiones tratan de matar a Jesús, no lo capturan, no lo apresan, porque según nos dice el evangelio: “Todavía no había llegado su hora”.
Pero no temamos el odio del mundo. De hecho ya lo anticipaba san Juan en el capítulo 15: “Si el mundo los odia, sepa que a mí me han odiado antes que a ustedes; el mundo los odia a ustedes, porque simplemente no son del mundo”. O también recordemos lo que dice Pablo en su segunda carta a Timoteo, capítulo 3: “Todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido”. Te repito esa afirmación: “Todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido”, a veces por los cercanos, los de casa, muchas veces por los lejanos, los de afuera. Es una realidad que no nos puede acobardar, no nos puede quitar fuerza en el anuncio del evangelio y por el contrario, nos tiene que llevar a una mayor confianza, a un grito de esperanza en el Señor de la vida, el Señor Dios que protege más allá de todo mal.
Por eso terminemos con el precioso salmo, que hoy nos propone la liturgia de la Iglesia cuando dice: “El Señor está cerca de los atribulados, el Señor se enfrenta con el malvado, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca del atribulado, salva al abatido, aunque el hombre justo sufra muchos males, de todos los libra el Señor. El cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará; el Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él”.
Que el Señor, en este día te de coraje, fortaleza y sobre todo valentía para enfrentar a los detractores de la fe, los detractores de la verdad y de lo bueno, y por tu coraje des testimonio de tu fe en Cristo.
Y te bendigo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Keywords
Acobardar, Anuncio del evangelio, Confianza en el Señor, Cristianos, Fuerza, Realidad, Biblia, Evangelio