¡Domingo de la Divina Misericordia!
dc.contributor.author | Fundación Amén Comunicaciones | |
dc.date.accessioned | 2025-04-30T16:30:47Z | |
dc.date.available | 2025-04-30T16:30:47Z | |
dc.date.issued | 2025-04-27 | |
dc.description | TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Domingo de la Divina Misericordia. Con inmensa alegría celebra hoy la Iglesia en el mundo entero el llamado Domingo de la Divina Misericordia, en el segundo domingo de Pascua y justo nueve días después del Gran Viernes Santo, cuando se inicia la Novena preparatoria al misterio de la Misericordia de Dios, que brota precisamente del costado del Corazón abierto de Cristo, el agua y la sangre, y que ha dado origen a una práctica de piedad que fue revelada por el mismo Jesucristo a la mística polaca Faustina Kowalska, (que vivió entre 1905 y 1938). Pero su corta vida, 33 años, no impidió que dejara un legado eterno para la humanidad hasta el punto de que el gran Juan Pablo II, una vez elegido Papa en 1978, ha pedido revisar todos los documentos de la mística Faustina Kowalska, y reconociendo en ella un verdadero apóstol de la Divina Misericordia, nos ha invitado a orar todos los días a las 3:00 de la tarde, hora en que muere Jesús, La Novena a la Divina Misericordia. Pero además, nos ha pedido establecer y vivir el segundo domingo de Pascua como el Domingo Mundial de la Divina Misericordia, que se ha institucionalizado, se ha oficializado, se ha insertado en la liturgia universal de la Iglesia, justo desde el año 2000. Pero ¿qué decir de la Misericordia de Dios en nuestra sociedad azotada por el miedo, la incertidumbre, por una frágil economía global, con líderes a veces un poco empecatados, un poco desequilibrados, líderes globales? ¿Qué decir frente al aumento de los conflictos, la disfuncionalidad familiar, la emergencia por nuevos virus?, ¿la experiencia de la propia fragilidad, la ansiedad, la angustia, la necesidad de todo ser humano de seguridad, de salud, esperanza y certeza sobre el futuro y ver que la ciencia y la tecnología apenas nos acompañan? Aprendamos que nuestra fragilidad por el dolor, el sufrimiento por el pecado personal y el mal del mundo y sobre todo por la muerte, un tema tabú para la humanidad, sólo clamando la Misericordia de Dios podemos encontrar paz y esperanza que tanto necesita nuestro mundo. Esa Misericordia Divina primero hay que agradecerla en la creación del mundo, regalo de Dios a los hombres y mujeres de todos los tiempos, en la guía, liberación y salvación de su pueblo Israel, y luego de la Iglesia que es el nuevo Israel. Y se nos ha dado esa salvación en la Palabra, los sacramentos en la intercesión de María, agradecer el amor fiel, gratuito, eterno, incondicional, crucificado y poderoso de Dios manifestado en su Hijo Jesús. Pero además de agradecer, hay que pedir la Misericordia Divina, clamar a Dios en la enfermedad, en el sufrimiento interior frente al pecado, la guerra, la injusticia, la violencia, las persecuciones, la muerte. Y además de agradecer y pedir la Misericordia Divina, debemos de compartir la misericordia entendida como caridad y compasión con los demás: caridad desde el corazón, compasión desde la lengua y las manos, en las llamadas obras de misericordia corporales y obras de misericordia espirituales que nos ha propuesto la Iglesia. Pero presentemos diez frases que sintetizan el misterio de este don divino que es la Misericordia de Dios. Primera, la misericordia es sobre todo un regalo de Dios, una gracia del cielo. Pidamos tener una mirada, un corazón misericordioso como el de Cristo, recordando la expresión de Pablo a los filipenses: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Este es un regalo que va a enriquecer inmensamente nuestra vida y nos va a ayudar a no ser tan rígidos, tan estrictos, tan jueces, tan juzgadores de los demás. En una segunda expresión reconozcamos, que la misericordia es un mandato expreso de Jesús: “Sean misericordiosos como mi Padre del Cielo es misericordioso”. No se trata simplemente de una opción de vida, sino de un mandato explícito, de una obligación de vida, sino, no alcanzaremos el Reino de los Cielos, no alcanzaremos la bendición y la Misericordia de Dios. En una tercera expresión reconocemos, que la Misericordia Divina es un camino seguro de santidad y de conversión del corazón, recordando la magnífica bienaventuranza que nos trae Mateo en el capítulo 5, en los primeros versículos, cuando nos dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán Misericordia de Dios”. Así es, algunos otros alcanzaron la misericordia o la bienaventuranza del cielo por el camino de la pobreza espiritual, de la paz interior, de la persecución, de tener hambre y sed de la justicia; pero otros alcanzarán o alcanzaremos para incluirnos todos, la santidad y el Reino de los Cielos por el camino de la misericordia con los demás. En una cuarta frase, la misericordia es un principio de realidad sobre la condición humana. Esto es, sólo el misericordioso entiende que todos somos de barro y, por tanto, nos equivocamos si somos cambiantes. El que es muy rígido no convive fácilmente con nadie y sobre todo, nunca será misericordioso y compasivo con los errores y equivocaciones de los demás, cortando relaciones, divorciándose de su pareja, separándose de su familia, terminando amistades. No tiene realismo sobre la condición frágil del hombre por nuestro pecado, que nos incapacita para el amor, y sólo por el camino de la misericordia y la compasión puedes cambiar a otro ser humano. En una quinta frase, he descubierto que la misericordia es un puente de unión entre las personas, de comunión de vida más allá de conflictos, diferencias, divisiones. Cuando uno es misericordioso uno tiende lazos de comunión, levanta puentes y no construye muros, tendemos puentes de relación, de comunicación con los demás, pero eso solo lo hace una persona cuando tiene la mirada del corazón de Jesús, la mirada compasiva de Cristo, que en definitiva es un don que hay que pedir cada día. En una sexta palabra, la misericordia es un sello seguro a la lengua. Fíjate que por la lengua viperina, la lengua de serpiente, la lengua cizañera hay tanta polarización en redes sociales, hay tantos discursos de odio en lo político, a veces contra la Iglesia, contra alguna persona, porque los odios nos enceguecen; la lengua viperina nos distancia de los demás y hace que endurezcamos el corazón frente a los otros. Es que solo el misericordioso es capaz de disimular y de callar las fragilidades de los demás, las miserias ajenas, porque conoce mejor que nadie sus propios pecados, sus propias miserias. Créeme, detrás de aquellos que andan por el mundo acusando y denunciando el pecado de los demás, hay tal vez almas demasiado enfermas, demasiado trastornadas, demasiado intoxicadas por el odio, pero son incapaces de ver su propio pecado personal y solo ven el ajeno y se sienten las grandes personalidades denunciando aquí y allá que hay pecado, que hay daño, que hay fragilidad en los demás. En una séptima palabra, he aprendido que la misericordia sólo se alcanza por el auto conocimiento que nos lleva a la verdad profunda de nuestro ser, por el camino de la humildad. Es que he descubierto que el sabio, que normalmente es humilde, no juzga de nada, ni de nadie; en cambio, el hombre insensato que es soberbio de corazón juzga de todo y de todos. Date cuenta de esta verdad suprema y conócete un poco a ti mismo, reconociendo que “quien fácilmente juzga de otros, difícilmente se conoce a sí mismo”, como lo he dicho en tantas ocasiones. En una octava frase descubramos, que el perdón de corazón es la expresión máxima de misericordia, y que ese perdón de corazón a quien te ha ofendido trae paz y alegría, y que Jesús, en su enseñanza a lo largo del evangelio, no nos dejó otra alternativa que vivir el perdón, porque lo vivió, Él lo enseñó porque primero lo practicó en su propia vida, muriendo en la cruz, exánime, traicionado y abandonado de los suyos, coronado burlonamente con una corona de espinas, desnudado y humillado ante la sociedad, azotado en su cuerpo, parecía un guiñapo humano, cargando su cruz, clavado de manos y de pies, sólo tenía palabras de compasión y misericordia, en Él no habían palabras de amargura, de resentimiento contra nadie. En la cruz pensó en el buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, pensó en su Madre “que Juan la acompañara y la cuidara” y la declara Madre de la humanidad entera. Y pensó en toda la muchedumbre y grita por ellos “Padre, perdónales, porque no saben lo que gritan, no saben lo que hacen”. En una novena y penúltima frase, la misericordia tiene expresiones concretas: las obras de misericordia corporal, dar de comer al hambriento, de beber al sediento, hospedar al peregrino, visitar al enfermo, vestir al desnudo son obras de misericordia corporales. Pero también están las obras de misericordia espirituales: enseñar al que no sabe, corregir al equivocado, dar consejo al que lo necesita, consolar al triste, perdonar las injurias de los demás, orar por ellos, sobrellevar con paciencia los defectos de los otros. ¿Practicas estas obras concretas de misericordia corporal y espiritual?, piénsalo. Terminamos nuestra reflexión con una décima frase diciéndote, que sólo la misericordia nos abre a recibir la bendición de Dios. Dando misericordia a otros recibimos la Misericordia de Dios. No te la creas, no te engañes, que pides para ti todo el perdón, toda la compasión y toda la Misericordia Divina, pero no perdonas, no eres compasivo, ni misericordioso con los que te han ofendido, te quedarás esperando Misericordia de Dios, porque no la has dado a los demás. Terminemos nuestra reflexión, diciendo la bella expresión que recitamos todos los días en la Coronilla a la Divina Misericordia y hagámoslo con fe al Padre de los Cielos, diciendo: ¡Que por la Dolorosa Pasión de su Hijo, por su Dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero! Que el buen Dios te bendiga en abundancia en este día y llene tu vida de su misericordia infinita. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. | |
dc.description.abstract | REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Juan 20, 19 -31 Lectura del día de Hoy: Primera Lectura: de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16 Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que al pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban. Palabra de Dios. Te alabamos Señor Salmo de Hoy: Salmo 117(118), 2-4. 22-24. 25-27a Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia Señor, danos la salvación, Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia Segunda lectura: Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19 Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la esperanza en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente como una trompeta, que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba y, al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas una figura humana, vestida de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verla, caí a sus pies como muerto. El puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de la Muerte y del Infierno. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.» Palabra de Dios. Te alabamos Señor Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 19-31 Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús. | |
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dc.subject | Camino de santidad | |
dc.subject | Comunicación de vida | |
dc.subject | Conversión | |
dc.subject | Diferencias | |
dc.subject | Gracia del cielo | |
dc.subject | Misericordia de Dios | |
dc.subject | Puente de unión | |
dc.subject | Regalo de Dios | |
dc.subject | San Juan | |
dc.subject | Santidad | |
dc.subject | Biblia | |
dc.subject | Evangelio | |
dc.title | ¡Domingo de la Divina Misericordia! | |
dc.title.alternative | Divina Misericordia! |
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