¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!

dc.contributor.authorFundación Amén Comunicaciones
dc.date.accessioned2025-01-21T18:33:59Z
dc.date.available2025-01-21T18:33:59Z
dc.date.issued2025-01-08
dc.descriptionTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Tres preciosas enseñanzas nos presenta hoy la primera lectura del apóstol san Juan en el capítulo 4, su primera carta. La gran afirmación que nos lanza es: “A Dios nadie lo ha visto nunca y en el fondo es que Dios es superior y trascendente a nuestros sentidos, como el amor es superior y trascendente a nuestros sentidos”. Y él, buscando descubrir a los ojos de los hombres la realidad superior y definitiva de Dios, señalará una afirmación central que marcará todo el nuevo testamento al afirmar en un segundo momento: “Que Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios permanece en él”. Es que, al igual que Dios y el amor, nadie los ha visto, pero todos hemos sentido la fuerza transformadora del amor, la plenitud de la vida, la alegría de la existencia. Esto nos lleva a descubrir que Dios no es ratón de laboratorio, como algunos desde la ciencia pretenden estudiarlo, olvidando que si el Dios creador, el Dios absolutamente trascendente a cualquier realidad humana o material fuera objeto de estudio, observación y verificación en un laboratorio, sencillamente sería una criatura, una cosa, y, por tanto, no sería Dios. Una realidad que supera todo entendimiento, toda inteligencia y toda comprensión humana. Pero más allá de afirmar que Dios es el Trascendente, al que nunca hemos visto, que Dios es amor y sólo cuando amamos permanecemos en Dios y Dios permanece en nosotros. Nos dejará Juan en su primera carta, una tercera enseñanza al afirmar: “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa los miedos, porque el miedo, de alguna forma ve el castigo por las faltas infringidas; pero en cambio, quien teme no ha llegado a la plenitud del amor y quien no teme es porque se sabe amado por Dios”. Esto lo digo muy a propósito de algunos que afortunadamente en el pasado, son cada vez menos, se quedaron con la idea de un Dios justiciero, vengativo y llenos de temor, miran la vejez y aun la cercanía de la muerte con horror, porque en el fondo no han conocido el amor y por el contrario, personas más de nuestra generación han reconocido que Dios es un don de amor para la humanidad, y cuando hay amor, no hay lugar al miedo, al temor, porque cuando nos sentimos amados, sólo esperamos el bien, la bondad y lo mejor de aquel que nos ama. Hoy pregúntate ¿si tu relación con Dios es de confianza filial como un hijo a un padre?, o ¿es de temor reverencial como un reo al juez que va a proferir sentencia? Si hay verdadero amor en tu vida, no sentirás temor de Dios, porque no mirarás el castigo futuro, sino que, al contrario, pensarás si, Él me ama, lo mejor me lo ha dado en esta vida y lo mejor de lo mejor estará por venir más allá de esta vida terrenal. Pero pasemos al evangelio de san Marcos, cuando nos narra: “Que Jesús, después de haber saciado la multitud de hambrientos 5000 hombres con la multiplicación de pan y pescado, apremia a sus discípulos a navegar y adentrarse en el mar de Galilea. Pero Él no los acompaña, sintió tal vez exigido por el cansancio de la jornada, la necesidad de orar y de entrar en intimidad con el Padre de los cielos”. De hecho, dirá san Marcos: “Que después de despedir a sus discípulos y mandarlos remar mar adentro, se retiró a la montaña a orar”. Pero continua el pasaje evangélico de Marcos diciéndonos: “Que en la cuarta vigilia de la noche (esto es, entre las 3:00 y las 06:00 de la mañana), Jesús, caminando sobre el mar, se acerca a la barca donde estaban sus discípulos. Apenas natural, en medio de la oscuridad, cuando ellos ven andar una sombra humana sobre el mar, se aterran y piensan que es un fantasma”. Nos dice el evangelista Marcos: “Que todos al unísono, gritan y se asustan, pero la palabra de Jesús es clara (dirigida a los discípulos hace dos mil años y dirigida a los nuevos discípulos en el siglo XXI, que somos nosotros). Jesús les dirá en efecto: “Ánimo, soy Yo, no tengan miedo”. Cuántas veces en la noche cronológica o en la noche de nuestras vidas, hemos sentido la soledad, no hemos reconocido la presencia de Dios y, por el contrario, nos parece ver sombras o fantasmas que nos asustan. Hoy siente en las pruebas de tu vida, en ese examen médico que te vas a realizar, en ese empleo que parece que va a terminarse, en esa relación conyugal que no va bien, en esa dificultad familiar con un hijo, en esa situación emocional de asomos de una pequeña depresión. Reconoce quizás signos de la noche existencial, la oscuridad y las sombras sobre tu vida; pero escucha las palabras de Jesús no sólo hace dos mil años, sino de manera privilegiada al hoy de tu vida en el comienzo de este nuevo año, cuando te dice: “Ánimo, soy Yo, no tengas miedo”. Nos dice Marcos: “Que Jesús inmediatamente subió a la barca con los discípulos y al subir a la barca a la vida con ellos amainó el viento, cesó la furia del océano y ellos, en el colmo del estupor, de la sorpresa, no atinaban a entender no sólo la multiplicación de los panes y los peces, sino cómo Jesús tiene señorío, poder, dominio sobre los signos de la naturaleza, los signos del cosmos y empiezan a reconocerlo como Señor Dios, como Salvador de sus vidas. Por eso, al principio aterrados, luego lo adoran a Él”. Hoy te invito para que a ninguna realidad fuera de Jesucristo reconozcas como el Señor, el Salvador, el renovador, el protector de tu vida; en nadie más pongas tu confianza que en Dios, porque todas las realidades humanas, de familia, económicas, de salud, de amigos importantes, de contactos sociales, de vitalidad física, todas son realidades efímeras, pasajeras, finitas, limitadas y solo en Cristo, manifestación del Dios Todopoderoso, encontrarás protección para tu vida, quien amaine las tormentas que hay en tu alma, y Él te reitera una vez más esta expresión: ¡Ánimo, soy Yo, no tengas miedo! Que el Señor te acompañe en este día y en este nuevo año, poniendo tu confianza sólo en el Señor. Y te bendigo, en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
dc.description.abstractREFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Marcos 6, 45-52 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: de la primera carta del apóstol San Juan 4, 11-18 Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor tiene que ver con el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Palabra de Dios». Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Salmo 72(71), 1-2. 10-11. 12-13 Se postrarán ante Ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Se postrarán ante Ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; póstrense ante Él todos los reyes, y sírvanle todos los pueblos. Se postrarán ante Ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. Se postrarán ante Ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Evangelio del día de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 6, 45-52 Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra. Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron. Pero Él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengan miedo». Entró en la barca con ellos y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada. Palabra del Señor». Gloria a ti Señor Jesús.
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dc.subjectConfianza en Dios
dc.subjectManifestación de Dios
dc.subjectMiedo
dc.subjectNoche oscura
dc.subjectPresencia de Dios
dc.subjectProtección
dc.subjectSan Marcos
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dc.subjectBiblia
dc.subjectEvangelio
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dc.title.alternativeConfianza en Dios
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