¡El poder del mal, no triunfará!

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2025-02-22
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Mateo 16, 13-19 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1- 4 Queridos hermanos: a los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de Hoy: Salmo 23(22), 1-3. 4. 5. 6 El Señor es mi Pastor, nada me falta. El Señor es mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su Nombre. El Señor es mi Pastor, nada me falta. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. El Señor es mi Pastor, nada me falta. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. El Señor es mi Pastor, nada me falta. Tu bondad y tu misericordia me acompañan, todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. El Señor es mi Pastor, nada me falta. Evangelio del día de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16, 13-19 En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ─«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: ─«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: ─«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: ─«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo». V/. «Palabra del Señor». R/. «Gloria a ti Señor Jesús». Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES La fiesta de la Cátedra de san Pedro, nos indica la posición preeminente en el Colegio Apostólico, en el Colegio Episcopal por explícita voluntad de Jesús, que le confía al obispo de Roma la misión de guiar a la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios. Por eso las lecturas son muy propias de esta fiesta, y la primera, tomada de la carta del apóstol san Pedro, nos muestra ese fuerte y testimonial llamado de atención a ser conscientes de la grandeza del ministerio ordenado en un obispo, en un sacerdote, en un diácono que nos otorga ser parte de la comunidad eclesial para el bien y para la salvación de los hombres. En efecto, en la primera carta de Pedro se nos dirá: “Que participemos de la gloria que se ha de manifestar con Cristo al final de la historia, pero para ello se nos invita a ser pastores de las almas, pastores del rebaño de Dios, gobernándolo, dirigiéndolo, acompañándolo, no a la fuerza, no con violencia, sino de buena gana, como Dios lo quiere”. ¿Cuántas personas se pueden haber alejado de la Iglesia por un sacerdote, un obispo, otra autoridad eclesiástica que los ha tratado con aspereza, con rigidez, con dureza, con desamor? También nos invita el apóstol Pedro: “A que todo el servicio a las almas lo hagamos con generosidad de espíritu y no por sórdidas ganancias económicas”. Es una tentación universal, en la Iglesia Católica, en las Iglesias cristianas no católicas, en los sacerdotes o aún en los pastores evangélicos, colocar en el centro de la vida, en el centro del corazón, el lucro económico y no el servicio generoso y abnegado por las almas y por el bien de ellas. Finalmente nos invitará el apóstol Pedro: “A que obremos como modelos del rebaño, modelos de la comunidad por la humildad, por la bondad, por la misericordia, por la paciencia, y no obrar como déspotas, como tiranos, a la manera en que dictadores que sobran en el mundo, existen hoy”. Y es que el gran modelo de pastor es Jesús y todos nosotros más allá de limitaciones humanas y profundas, estamos llamados a confrontar permanentemente nuestra vida con el Pastor Supremo que es Jesús y en nuestras impaciencias ser pacientes, en nuestros orgullos tener la mansedumbre y la humildad del Corazón de Cristo, en nuestras incapacidades para perdonar recordar la máxima de Cristo: “Perdonar 70 veces siete”, y en nuestro deseo de autoconservación, recordar que Jesús Buen Pastor, nos invita: “No a ser servidos, sino a servir y a dar la vida en rescate por todos, como lo hizo Jesús”. Pero pasemos al evangelio de hoy, que hemos escuchado en otras oportunidades, pero en este contexto entendemos a Pedro que por una revelación que ha hecho solo el Padre de los cielos, a él, a su corazón, a su mente, a su entendimiento, reconoce a Jesús como el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Pero más allá de este reconocimiento que le lleva a la felicitación por parte de Jesús, hay unas expresiones que nos ponen a pensar sobre el primado del Papa, del obispo de Roma sobre toda la Iglesia, cuando Jesús le dirá a Pedro (el primero de los Papas hace 2000 años): “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. No habló Jesús en plural, mis Iglesias, habló en singular, mi Iglesia, no habló de iglesias sectarias, sino de una Iglesia católica universal. Y en este sentido, el Papa Francisco no se cansa de repetir: “Que en la Iglesia cabemos todos, que la Iglesia no es una oficina de aduanas donde se retiene la gracia de Dios dándola o reteniéndola a unos y a otros; sino que la Iglesia es sobre todo instrumento de la misericordia de Dios que debe de ser universal, y cada uno de nosotros pastores, estamos llamados a eso, a ser instrumentos dóciles de la misericordia de Dios”. Pero viene una expresión supremamente esperanzadora, cuando Jesús le dice a su amigo cercano, Pedro: “Que él es la piedra, la roca sobre la que se edifica la Iglesia más allá de su debilidad humana”, y le hace una promesa: “El poder del infierno, el poder del mal, no la derrotará”. Lo digo muy a propósito de algunas voces de escepticismo, de pesimismo si se quiere, que hablan de la derrota de la fe, de la ausencia de Dios en el corazón de los hombres, del crecimiento del mal en el mundo, de signos perturbadores, de violencia o de guerra. Recordemos que estas señales siempre han existido pero la promesa de Dios en Jesucristo se cumple: “El mal, aunque parece poderoso y en todos los casos hace mucho ruido, el mal será vencido y el instrumento para vencer el mal es esa comunidad, ese nuevo pueblo de Dios, la Iglesia en cada uno de nosotros, que siendo sal de la tierra y luz del mundo, estamos llamados a formar comunidades de vida, comunidades de amor, comunidades de amigos, comunidades de justicia y de paz”. No pienses que el egoísmo, la autosuficiencia, el odio, la violencia, la emulación y las envidias, la codicia de tener bienes y el afán de atesorar, tendrán al final la victoria sobre la sociedad y el mundo; sino que creemos en esta promesa de Jesús: “El poder del mal, el poder del pecado, el poder del infierno no derrotará al mundo, ni a la Iglesia, que es fermento de un nuevo mundo, una nueva sociedad”. Culminará el evangelio de Mateo en este pasaje del capítulo 16 dándole el poder a Pedro en las llaves, la imagen de la autoridad en el Reino de los cielos y señalando: “Que todo lo que se ate en el mundo será atado en el cielo, y lo que se desate en esta tierra será desatado en el cielo”. Por eso la Iglesia habla con alguna autoridad, por más que hoy se cuestione su autoridad moral, su autoridad espiritual, la misma autoridad de verdad de la que ella es portadora en el mensaje, en el anuncio de la persona de Jesús. Y por eso la Iglesia tiene que cuidarse de utilizar la autoridad con toda la moderación, la prudencia, la sabiduría, para que esa autoridad sea creíble de cara a los hombres. Es que no hay nada más bonito, que ver una persona dentro de la iglesia con autoridad, ejerciéndola con amor, con sabiduría, con misericordia a la manera de Jesús. Y nada nos roba más la fe, que ver a alguien dentro de la Iglesia ejerciendo la autoridad con injusticia, con precipitud, con arrogancia. Ninguna de estas actitudes edifica y por eso oremos hoy de manera privilegiada, no solamente por el Papa, sino por obispos, sacerdotes, consagrados, consagradas y todos los que ejerzan autoridad dentro de la Iglesia. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Confiar en las promesas de Dios, Jesús defiende al mundo, Jesús defiende la Iglesia, Jesús es el vencedor, Poder del infierno, Poder del mal, Poder del pecado, San Marcos, Biblia, Evangelio
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