¡Adulterio!

dc.contributor.authorFundación Amén Comunicaciones
dc.date.accessioned2024-08-22T21:57:52Z
dc.date.available2024-08-22T21:57:52Z
dc.date.issued2024-08-16
dc.descriptionTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Por aquellos llamados caprichos de la liturgia, compartimos un evangelio cuyo texto había salido justo hace una semana, pero siempre habrá nuevas enseñanzas, nuevas luces para descubrir lo que el Señor quiere hablar en nuestra vida. En un diálogo de los fariseos que, para poner a prueba a Jesús, le preguntan: ¿Si es lícito repudiar, rechazar a una mujer por cualquier motivo?, y se enfrascan en el tema del adulterio y de cómo deben ser una sola carne, hombre y mujer, quisiera hoy compartir contigo, una reflexión a propósito de que muchos matrimonios hoy día se separan, se divorcian, se destruyen, porque no batallaron con fuerza la esencia del matrimonio que es el amor humano. La vida nos enseña que todo lo que lo que vale la pena cuesta: el amor esponsal, el amor familiar, el amor de amistad; si no fuera importante en la vida, no costaría sostenerlo. Pero ese amor vive batallas, combates, luchas, dificultades, y hoy te quiero presentar cinco grandes batallas del amor matrimonial que sin ser las únicas son muy universales y tienes que conocerlas y precaverte si están aconteciendo en tu vida de pareja, para poder conjurar esa dificultad, ese desánimo, el no querer luchar más por tu relación, querer tirar la toalla. La primera gran batalla es la rutina. De alguna manera es la ley universal del desgaste que nos cobija a todos: empezar un primer semestre en una universidad es todo novedad, terminar un décimo semestre en una universidad, es todo rutina y no vemos el día y la hora de nuestra graduación profesional. Pero cuídate de la rutina que enfría y debilita la relación conyugal, se cae en la monotonía, se pierde la novedad, todo se vuelve paisaje, entramos en la indiferencia, en la insensibilidad y nos parece que no hay nada nuevo por hablar, por conocer y reconocer en la otra persona, tu cónyuge. Pero hay una segunda batalla del amor esponsal y de cualquier tipo de amor, pero que en la vida matrimonial es más fuerte y es la infidelidad. El amor de pareja si es auténtico, pide exclusividad y la infidelidad a veces entra a través de pequeños agujeros o porosidades, que luego se vuelven grandes boquetes por donde entra el amor de una tercera persona. Se necesita en esto mucha delicadeza, alimentar el amor, mantenerlo vivo, porque la experiencia de más de 800 matrimonios que he acompañado en su ceremonia nupcial, me ha mostrado que cuando se cae en la rutina, cuando no se alimenta el amor esponsal, fácilmente el corazón puede abrir, activar sus antenas, para mirar otras personas, es completamente permeable, a la mujer o al hombre que te trate de manera cariñosa, deferente, simplemente que te sepa escuchar. Una vez incurrimos en la infidelidad, cuánto dolor y cuántas heridas quedan en la relación, se necesita iniciar ese largo camino del perdón. A veces se perdona de manera superficial, pero en un plano profundo no hay perdón, ¿cómo lograrlo? El perdón es sobre todo una gracia, un regalo de Dios, y hay que pedirlo con toda la fuerza del corazón, porque si no, no somos capaces de superar el sufrimiento, el dolor generado por el engaño, la traición y la ingratitud, que conlleva una relación de infidelidad o de adulterio. En un tercer combate o batalla del amor esponsal, está el tema de la incomunicación. Hay muchas crisis en las relaciones humanas, que no son por problemas de fondo, sino por problemas de forma que, por mal manejados, se volvieron temas de fondo. La comunicación verdadera exige principios esenciales: uno, escuchar con el corazón y no sólo con el sentido auditivo. Dos, comprender, esto es, ponerme en los zapatos y, sobre todo, en el corazón del otro. Tres, tener una paciencia y una tolerancia infinita con los defectos de temperamento, con las limitaciones comportamentales, con las situaciones de crisis, de grosería, de rabietas, de altanería, para no disparar y no generar una mayor confrontación en la vida conyugal. Pero además de escuchar con el corazón, comprenderse, tenerse paciencia, se necesita hablar asertivamente, esto es, buscar la oportunidad, las palabras, un tono amoroso, sin ofender, sin gritos, buscando lejos de abrir la herida, irla cerrando y sanando paulatinamente. Pero avanzamos en nuestra reflexión y además de encontrar como desafíos al amor, la rutina que hace que nos desgastamos en la relación, la infidelidad, la incomunicación, encontramos las crisis coyunturales propias de la vida de pareja: crisis económicas, hay deudas, se deja de laborar, viene una quiebra de la empresa familiar, crisis laborales, un mal ambiente en el trabajo, un jefe que presiona demasiado, pocos estímulos económicos. Hay también crisis psicológicas, bajonazos anímicos, momentos de depresión, de ansiedad. Hay crisis coyunturales por la edad, en los años 30, en la mitad de la vida, cuando se lleva cierto tiempo de compartir como pareja y parece que ya la novedad no vuelve a acompañarnos. Finalmente, en una quinta realidad, más allá, uno, de la rutina, dos, la infidelidad, tres, la incomunicación, cuatro, las crisis coyunturales, cinco, es un desafío al amor y hay que batallar ese amor esponsal, cuando hay excesiva vida al exterior de la pareja, por ejemplo: mucha vida social o de amigos, mucho tiempo dedicado al trabajo. De hecho, el mejor tiempo para la oficina y el peor tiempo para la pareja, cuando se dedica mucho tiempo a las tecnologías, a las redes sociales, que nos aíslan en casa y el poco tiempo que tenemos con pareja es un tiempo sin calidad. Y también debemos de cuidarnos cuando hay excesivo tiempo sólo para los hijos, sus tareas, cambiarle los pañales, estar pendiente de sus necesidades, recogerlos en la clase de natación o en el juego de fútbol, y a veces muy buenos papás, pero muy malos esposos, muy buenos trabajadores, muy malos compañeros, muy buenos con las tecnologías, muy malos amantes. Cinco desafíos y cinco realidades que nos ponen a pensar que más allá del adulterio, hay un apotegma evangélico cuando Jesús afirma: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. Estoy convencido que, si el amor es fuerte, la vida de pareja será fuerte y si el amor se deja debilitar, el matrimonio está en peligro de zozobrar. Que el buen Dios bendiga tu vida y la de tu pareja, les dé madurez, identificar sus debilidades, ser asertivos en su comunicación, la gracia de la fidelidad y del perdón. Y les bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
dc.description.abstractREFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Mateo 19, 3-12 Lectura del día de hoy Ez 16, 1-15.60.63: Me vino esta palabra del Señor: -Hijo de Adán, denuncia a Jerusalén sus abominaciones, diciendo: Esto dice el Señor: -¡Jerusalén! Eres cananea de casta y de cuna: tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Fue así tu alumbramiento: El día en que naciste, no te cortaron el ombligo, no te bañaron, no te frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti haciéndote uno de estos menesteres, por compasión, sino que te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste. Pasando yo a tu lado, te vi chapoteando en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: «Sigue viviendo y crece como brote campestre». Creciste y te hiciste moza, llegaste a la sazón; tus senos se afirmaron y el vello te brotó, pero estabas desnuda y en cueros. Pasando de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez te comprometí con juramento, hice alianza contigo, -oráculo del Señor- y fuiste mía. Te bañé, te limpié la sangre, y te ungí con aceite. Te vestí de bordado, te calcé de marsopa; te ceñí de lino, te revestí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y diadema de lujo en la cabeza. Lucías joyas de oro y plata, y vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas guapísima y prosperaste más que una reina. Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, completa con las galas con que te atavié, -oráculo del Señor-. Te sentiste segura en tu belleza y, amparada en tu fama, fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba. Pero yo me acordé de la alianza que hice contigo cuando eras moza, y haré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste, -oráculo del Señor-. Salmo del día de hoy Lectura sálmica: Is 12, 2-6: Ha cesado tu ira y me has consolado. El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» Evangelio del día de hoy Mt 19, 3-12: En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: -¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? El les respondió: -¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne»? De modo que ya no son dos sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ellos insistieron: -¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? Él le contestó: -Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer -no hablo de prostitución- y se casa con otra comete adulterio. Los discípulos le replicaron: -Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero él les dijo: -No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los Cielos. El que pueda con esto, que lo haga. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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dc.subjectAmor esponsal
dc.subjectAmor eterno
dc.subjectCrisis
dc.subjectIncomunicación
dc.subjectInfidelidad
dc.subjectMatrimonio
dc.subjectSabiduría
dc.subjectVida social
dc.subjectBiblia
dc.subjectEvangelio
dc.title¡Adulterio!
dc.title.alternativeDefender el matrimonio
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