¡Quédate con nosotros!
Date
2024-04-03
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Lucas 24, 13-35
Lectura del día de hoy
Hechos 3,1-10
En aquellos días, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora de nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo: Míranos. Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo: No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda. Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Salmo del día de hoy
Salmo 105
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, den a conocer sus hazañas a los pueblos. Cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas. R/.
Gloríense de su Nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su Rostro. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. R/.
Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R/.
Evangelio del día de hoy
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 13-35
Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: ¿Qué conversación es esa que traen mientras van de camino? Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?. Él les dijo: ¿Qué?
Ellos le contestaron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió.
Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a Él no lo vieron. Entonces él les dijo: ¡Qué necios y torpes son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Description
TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
Continuamos en esta llamada Octava de Pascua, con la lectura más o menos continuada del libro de los Hechos de los Apóstoles, que narra la Iglesia naciente, como se funda, como crece en medio de prodigios, pero también de persecuciones. Hoy nos presenta la primera lectura como Pedro y Juan, subían cada día al templo de Jerusalén, a la llamada oración de nona, (las 3:00 de la tarde), y encontrando un hombre tullido, paralítico, lisiado de nacimiento, junto a una puerta que por su decoración era llamada puerta hermosa, en un lateral del templo pedía limosna a todos los que entraban, muy a la usanza de ver limosneros y mendigos en muchas parroquias cristianas en nuestro tiempo. El hombre, al ver a Pedro y a Juan, extiende su mano y pide limosna, comida o dinero. Nos dice que Pedro y Juan se quedan mirándolo detenidamente y ellos dan la orden: “Míranos”, el hombre tullido clava los ojos en ellos, esperando que tendrán alguna recompensa en dinero; pero Pedro lo sorprende diciéndole al tullido, al mendigo y paralítico: “No tengo dinero, no tengo plata, ni oro, pero tengo un tesoro más grande en mi corazón, y en nombre de Jesucristo de Nazareth, Jesucristo el Nazareno, te doy la orden con autoridad Levántate, levántate y camina”. Nos dice que Pedro lo agarra fuerte de la mano derecha, lo levanta, y nos dice también la lectura que al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto y echó a andar, daba brincos y brincos, alabando y glorificando a Dios. Todo el pueblo sencillo que por años había conocido aquel tullido, sentado a los pies de esta llamada puerta hermosa del templo de Jerusalén, alababan a Dios, estaban estupefactos y desconcertados ante semejante maravilla.
Así empezó la Iglesia, y como veremos en evangelios posteriores, esto les granjeó a Pedro y a Juan grandes sufrimientos, porque no todo el mundo se alegró; las autoridades de Jerusalén buscaron encarcelarlos, porque descubrieron que no habían matado a Jesús, sino que el Espíritu de Jesús seguía vivo y que en su nombre empezaron a hacerse, a realizarse grandes milagros y prodigios.
Pero pasemos al evangelio de hoy, que sin lugar a dudas es una de las más hermosas, potentes y profundas catequesis pascuales de todo el nuevo testamento. De hecho, este pasaje de los peregrinos camino de Emaús, ha dado lugar a un movimiento que se ha extendido por toda América y que con mucha fuerza anuncia la vida nueva de Jesús resucitado; detengámonos como en algunos momentos puntuales, para una mejor comprensión del texto evangélico.
El primer momento, Jesús camina a nuestro lado sin reconocerlo, como aconteció con Cleofás y su compañero, que cariacontecidos, entristecidos, desanimados, huían de Jerusalén y volvían a su pueblo Emaús, sin darse cuenta que Jesús caminaba a su lado. Y hoy te pregunto, ¿cuántas veces el Señor está a tu lado en rostros concretos, en situaciones puntuales, y tienes los ojos como cerrados por la tristeza, la falta de fe y de esperanza, que te impiden reconocer a Jesús?.
Luego viene un segundo momento, donde Jesús les dice: “Que según las escrituras tendría que acontecer, que ese profeta poderoso en palabras y obras, debía de sufrir y también debía de morir, aunque generara desencanto y desánimo entre los suyos”, Jesús de alguna manera quiere conjurar su tristeza y mostrar la parte del proyecto de Dios, su muerte escandalosa en la cruz.
En un tercer momento, Cleofás y su compañero hablan de como las mujeres habían anunciado a los apóstoles la tumba vacía, los ángeles dentro de ella, el cuerpo de Jesús, su cadáver que no aparecía y Él como se había aparecido a ellas; pero dicen, que los apóstoles líderes cercanos a Jesús, no creyeron el testimonio de las mujeres. Es que para hoy, siglo XXI y ayer, hace dos mil años, siempre será difícil entender el misterio altísimo de la resurrección del Señor, porque en nuestra vida cotidiana tenemos experiencias de enfermedad, de vejez, de un accidente, de una muerte natural o una muerte violenta; pero poco tenemos experiencia de resurrección y esto sólo se entiende no de manera empírica, sino por el camino altísimo de la fe. Por eso no podemos escandalizarnos, aunque es humano que a veces nos cueste creer, en el triunfo de la vida y de la resurrección sobre el mal de la muerte.
Luego en un cuarto momento, Jesús los invita a que no se escandalicen, pues todo en la escritura estaba profetizado de que así tenía que ocurrir, de que no podía ser de otra manera la salvación que Dios Padre iba a obrar en su Hijo Jesús, y que simplemente lo que aconteció ese fin de semana en Jerusalén, es en el fondo el cumplimiento textual de lo escrito por los autores sagrados y de lo anunciado por los profetas del antiguo testamento. Jesús les dice: “Torpes y necios, porque no entienden que para que Jesús el Mesías entre en la gloria, primero tiene que padecer”.
En un quinto momento, Jesús ya muy cerca de la aldea de Emaús, pretende seguir adelante de ellos y dejarlos, pero en una expresión no solamente espacial y temporal, Cleofás y su amigo le dicen al Maestro: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída”. Decimos que es una expresión de tiempo y lugar, temporal y espacial; pero es también una expresión existencial y de fe, cuando sentimos el peso de la vida, el sol que se pone a nuestras espaldas en el crepúsculo de la tarde, sentimos el cansancio y la fatiga de la existencia y clamamos espontáneamente a Dios: ¡Permanece con nosotros, no me abandones, te necesito, mi vida y mi día va pasando, llega la noche y la oscuridad de la muerte!.
Cuando ellos apremian a Jesús para que se quede, en un sexto momento, Jesús está con ellos, se sienta a la mesa, toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte, lo reparte, y lo comparte en un claro gesto eucarístico y dice que sólo en ese momento lo reconocieron, descubrieron que era el Resucitado, en el momento intenso y fortísimo de la Eucaristía.
Y en un séptimo momento recordaban que cuando les explicaba las escrituras y hablaba de la Palabra de Dios, de la Torá y de lo anunciado por los profetas, su corazón ardía, pero aun con la sola palabra no eran capaces de reconocer a Jesús; tuvieron que pasar de la liturgia de la Palabra a la liturgia Eucarística, para que los ojos se abrieran y descubrieran, se develara, se manifestara, reconocieran abierta y palmariamente a Jesús resucitado.
Hoy descubre que escuchar la Palabra de Dios te hace arder el corazón, pero sólo celebrar la Eucaristía, participar del momento sublime de la consagración eucarística y comer a Jesús Pan de vida como Él nos invita en Juan capítulo 6, te permite evidenciar la vida nueva del Resucitado. Qué hermosísima catequesis pascual, que nos muestra como la Eucaristía, la Misa de cada día, es por excelencia el sacramento pascual que nos llena de la vida nueva, donde somos cristificados, porque nos alimentamos con el Pan de Vida Eterna.
Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Atardecer, Camino a Emaús, Eucarístia, Liturgia eucarística, Liturgia de la palabra, Quédate con nosotros, Reconocer a Jesús, Resucitado, Revelación, Biblia, Evangelio