¡Bienaventurado quien supera la prueba!
Date
2024-02-13
Authors
Journal Title
Journal ISSN
Volume Title
Publisher
Abstract
REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó:
-«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»
Ellos comentaban:
-«Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús:
-«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron:
-«Doce.»
-«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron:
-«Siete.»
Él les dijo:
-«¿Y no acabáis de entender?»
Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
Description
TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
La primera lectura tomada de la carta del apóstol Santiago en el capítulo 1, Dios llama: “Bienaventurado, al hombre que es capaz de soportar la prueba, y si sale airoso, recibirá la corona de la vida que el mismo Señor ha prometido a aquellos que lo aman”. Pero a renglón seguido a diferencia el apóstol Santiago en su carta: “Que si bien las pruebas nos pueden venir de Dios, las tentaciones no vienen de Él, sino de cada uno de nosotros”; y de manera enfática afirmará: “Si alguien se ve tentado, que no diga que es Dios quien me tienta, pues Dios no tienta a nadie, Dios no induce a nadie al mal”. En una clara intuición psicológica y antropológica, señala tres etapas de la tentación del camino al mal, por el que pasamos todos los seres humanos.
En una primera etapa señala, que al hombre, a la mujer lo tienta, su propio deseo desordenado, que lo seduce y lo arrastra por caminos de los que probablemente luego se va a arrepentir. Es la primera etapa, la seducción en el mundo de la imaginación, de los pensamientos, en el mundo emocional, de alguna emoción personal, que te promete una falsa felicidad, una falsa gratificación o satisfacción. Es ahí donde el hombre se deja seducir, engañar y arrastrar por caminos dolorosos, luego en su vida futura.
Después no dice que en un segundo momento, el hombre después del deseo concibe y da a luz al pecado, lo va gestando y aquella idea, aquel pensamiento se vuelve una realidad, una acción concreta en su vida. Realiza aquello que bajo el supuesto de felicidad o plenitud, es simplemente un pecado, un engaño, un gran yerro, un gran fracaso en su vida.
Viene una tercera etapa y final, donde dice, el pecado cuando ha madurado, cuando ya se ha realizado, se ha concretado, engendra la muerte. No hablamos claramente de la muerte biológica, entendida como cesación de las funciones cerebrales, de las funciones de respiración, de las funciones del corazón, hablamos de la muerte más terrible, la muerte espiritual. La hemos sentido todos cuando pecamos, donde experimentamos una gran tristeza, un vacío interior, una ruptura con los demás e incluso una ruptura con nosotros mismos, un sinsentido y un tedio de la vida. Probablemente detrás de millones de personas que hoy en día, experimentan la vida como una carga insoportable, hay tal vez la incapacidad de reconocer su pecado personal, que los ha llevado a una muerte espiritual, una muerte en lo profundo de su ser.
Culminará Santiago el apóstol en su carta, capítulo 1, afirmando: “No se engañen, todo buen regalo y todo don perfecto viene de lo alto, de Dios, procede del Padre de la luz, en el cual no hay engaño, no hay sombra, no hay alteración en sus promesas, no hay alteración en la verdad que Él nos anuncia”.
Pero pasemos al evangelio de hoy, donde los discípulos un poco preocupados porque estando en la barca en altamar, no han llevado más que un pan que no alcanza para todos, y Jesús les dice: “Que eviten la levadura”, (esto es, el principio de incredulidad o de falta de fe, que tenían los fariseos y los escribas, que los llevaba a desconfiar de Dios). Y a renglón seguido les dice Jesús: “¿Acaso su corazón está tan embotado, tan embrutecido?, ¿acaso no tienen oídos para oír y ojos para ver?, ¿acaso no vieron la multiplicación y la bendición de Dios en darles pan y pescado a toda una gran multitud, y después obrar en abundancia?; si falta esa levadura de la fe, la buena levadura, y si ellos caen en la mala levadura de la incredulidad o falta de fe, la levadura o principio de acción que tenían los fariseos, ellos no van a ser verdaderos discípulos de Jesús”.
Por eso, frente a esta tentación, no sólo la que enuncia el apóstol Santiago, sino la tentación de la falta de fe en Dios, culminemos nuestra reflexión con el salmo de hoy que afirma: “Dichoso el hombre a quien tú educas”, y digamos desde el fondo del corazón y en espíritu orante, pidiendo sabiduría para distinguir el bien del mal, para vencer las pruebas que pueden venirnos de Dios y sobre todo, superar las tentaciones que vienen de nuestro deseo desordenado, y digamos: “Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas en tu ley, dándole descanso tras los años difíciles, porque el Señor no rechaza su pueblo, ni abandona su heredad. El juicio retornará a la justicia y la seguirán todos los rectos de corazón; cuando pensaba que iba a tropezar, tu misericordia, Señor me sostenía, cuando se multiplicaban mis preocupaciones, tus consuelos, Señor, eran mi delicia”.
Piénsalo, pide sabiduría al Señor, saber discernir, para saber actuar bien en momentos de prueba y de tentación.
Que el Señor te bendiga con su luz y su discernimiento, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Keywords
Acción concreta, Deseo desorganizado, Madurar el pecado, Muerte espiritual, Origen del pecado, Ser humano, Biblia, Evangelio